La sal es un excelente conservante y saborizante que empieza a ser preocupante para la salud de los consumidores, explica la dietista-nutricionista, Marta Lorenzo, colaboradora de ¡HOLA!. En España, por ejemplo, se consume más sal de la recomendada. Los últimos demuestran que la ingesta de hoy en día duplica lo recomendado, y que la media de consumo de este conservante es de 10 gramos al día, cuando la Organización Mundial de la Salud insiste en que lo ideal es no sobrepasar los 5 gramos al día.
 
Estamos tan habituados a su sabor que es difícil que podamos prescindir de ella. Pero «debemos recordar que no es saludable ingerir este alimento en exceso, ya que se relaciona con múltiples enfermedades como la obesidad, la hipertensión o la esclerosis múltiple», recuerda Lorenzo. Además, también contribuye a la hinchazón y retención de líquidos.
 

El problema de la sal oculta

«El problema no está únicamente en la sal de mesa sino más bien al uso desproporcionado de la industria alimentaria que la utiliza para la mayoría de los alimentos procesados, envasados o cocinados de preparación rápida», explica la experta.
 
Por ello, «no debemos pensar que aportamos a nuestro organismo solo la sal que añadimos a la hora de cocinar, sino que existe gran cantidad de sal oculta en todo tipo de alimentos», recuerda la especialista en nutrición.
 
Lo ideal es intentar comer únicamente productos frescos o, por lo menos, que estos formen un porcentaje alto de nuestra dieta. Ten especial cuidado con los siguientes productos que repasa Marta Lorenzo y lee siempre la etiqueta de los alimentos.
 

Ahumados

Se considera un alimento ahumado aquel que ha sido sometido a una técnica de conservación para alargar la vida de este. Si comparamos su cantidad de sal con el alimento fresco, podemos ver que cuando lo tomamos en su versión ahumada ingerimos hasta 10 veces más sal.
 

Bizcochos y postres dulces

La mayoría de estos productos contienen un pequeño porcentaje de sal, ya que se utiliza durante su elaboración para ayudar a que la masa suba y la puedas consumir suave y esponjosa. Estos postres deben consumirse también ocasionalmente puesto que además contienen gran cantidad de azúcar que aumenta el riesgo de obesidad y otras enfermedades.
 

El pan

Es un alimento básico en nuestra alimentación y que, como nutricionista, no puedo dejar de recomendar. Sin embargo, sí que aconsejo que se modere su consumo. Contiene un alto porcentaje de sal, aproximadamente 1,5 gramos por 100 gramos.
 

Embutidos

Todos son ricos en sal, puesto que este componente es clave en el proceso de curado. En el caso de sufrir hipertensión o tener problemas cardiovasculares debemos intentar evitar consumir estos alimentos. O, al menos, reducir al máximo la ingesta y compensar con el resto de comidas.
 

Envasados

En general, cualquier alimento que está envasado, ya sean verduras, pescados o carnes,  contienen altas cantidades de sal para poder conservar durante mucho tiempo el producto. Mi recomendación es que no añadas sal a la comida cuando vayas a consumirla o, por ejemplo, en el caso de las verduras, se puede pasar por debajo del grifo para que el agua arrastre parte de la sal.
 

Mantequilla o margarina

Ambas contienen sal en su composición. Unos 200 mg por cada 100 gramos. Aunque la cantidad que vayas a consumir al día procedente de este alimento va a ser muy pequeña, merece la pena reservarlo solo para ocasiones especiales y tomarte la tostada con otros productos más saludables como el aceite de oliva o aguacate.
 

Patatas fritas y snacks

Deben tomarse ocasionalmente. No solo por su alto porcentaje en sal, sino porque también contienen grasas y su aporte en nutrientes esenciales para el organismo es bajo, por lo que no se consideran alimentos saludables.
 

Queso

Se elabora a partir de la leche, un alimento que, de forma natural, contiene sal. Sin embargo, en el proceso de fermentación, evaporación y desuerado para la elaboración del queso, aumenta el porcentaje de cloruro de sodio (sal).
 

Salsas

Muchos aderezos contienen sal en su composición. Es el caso de la salsa de tomate, la mostaza, la mayonesa o la salsa de soja, ya que se consigue que el sabor esté más concentrado. Esta última puede llegar a contener hasta 1.000 milgramos en una cucharada.
 
 
 

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