La ganadería «se come» más de dos tercios de la tierra de cultivo en Europa
Un informe de Greenpeace alerta de la extensión de la crianza industrial de ganado, cuya demanda está restando campos para la alimentación humana, mientras Ecologistas en Acción denuncia cómo la cría intensiva de reses comienza a acelerar la despoblación en varias zonas de España.
La extensión de la ganadería industrial por toda la UE está provocando un fenómeno de acaparamiento sectorial de las tierras de cultivo hasta el extremo de que más de dos tercios de la superficie dedicada a campos se dedica ya a la alimentación del ganado mientras pierde peso la producción de comida para las personas, en una tendencia contraria a la que reclaman entidades como la FAO para tratar de garantizar la sostenibilidad del planeta, según denuncia el informe Alimentando el problema, de Greenpeace.
El documento, que señala que «la producción industrial y el consumo excesivo de carne y productos lácteos tienen graves impactos en nuestro clima, nuestro medio ambiente y nuestra salud» mientras las evidencias científicas apuntan a una “más clara y urgente que nunca” necesidad de “reducir nuestra producción y consumo de productos animales”, alerta de “una concentración cada vez mayor de la producción de carne y productos lácteos en menos y mayores granjas” que tiene como consecuencia que «más del 71% de todas las tierras agrícolas de la UE (…) se dedican a la alimentación del ganado», en un escenario que, excluidos los pastos, afecta a «más del 63% de la tierra cultivable».
En el conjunto de la UE, la producción de 66,77 de los 105,48 millones de hectáreas dedicadas a cultivos, el 63%, se dedica a alimentar al ganado, a lo que se suman las 60,48 de pastos. En España donde la industrialización de la ganadería está alcanzando dimensiones descomunales y donde la agricultura sufre un proceso de profesionalización similar al de la ganadería, esta situación afecta a dos tercios de las tierras de cultivo, 8,1 millones de hectáreas de 12,29, además de las 6,57 de pastos.
Eso, añade el estudio, hace que, como consecuencia del reparto de ayudas de la PAC, (Política Agraria Común), entre 28.500 y 32.600 millones de euros se destinen “a explotaciones ganaderas o granjas que producen alimentos para el ganado”, lo que supone “entre el 18% y el 20% del presupuesto anual total de la UE”.
Un uso «altamente ineficiente» y contaminante
Sin embargo, solo un 20% de los animales de carne y un 4% de los dedicados a producir leche se alimentan con forrajes procedentes de pastos,un modelo cuya defensa considera la organización ecologista “crucial” junto con el fomento de la ganadería extensiva, ya que “contribuyen a mantener un mundo rural vivo, al tiempo que benefician a la biodiversidad y al clima”.
Pero la tendencia es la opuesta, ya que el volumen de producción aumenta, de 41,8 millones de toneladas de carne en 2000 a 48 el año pasado, mientras el número de granjas, especialmente las de menor tamaño, decrece. Concretamente, casi un tercio, 2,9 millones, entre 2005 y2013.
En este sentido, el estudio concluye que “usar la tierra para cultivar alimentos para el ganado es también un uso altamente ineficiente de los recursos naturales”, puesto que “los animales son capaces de convertir solo entre el 10-30% de los alimentos que consumen en alimentos para las personas”.
A eso se le suman las consecuencias ambientales de ese modelo productivo:entre el 12% y el 17% de las emisiones de gases de efecto invernadero tienen su origen en la ganadería, en la que la mitad de esos contaminantes son metano (27%) y óxido nitroso (23%), mientras “más del 80% de las emisiones de amoniaco agrícola de la UE al aire y las emisiones de nitrógeno al agua están relacionadas con el ganado”, algo que, según un informe de la Comisión Europea “expone a aproximadamente 18 millones de personas a agua potable con concentraciones de nitratos por encima de los niveles recomendados”.
«Estamos esquilmando el planeta»
“Estamos alimentando la ganadería industrial, que es más ineficiente que laproducción de alimentos para las personas”, explica Luis Ferririm, responsable de Agricultura de Greenpeace, para quien “la situación es lamentable. La mayor parte de las inversiones en agricultura se destinan a financiar ese modelo cuando instituciones como la FAO (organización de la ONU para la alimentación) apuntan en sentido contrario y alertan de que estamos destrozando la biodiversidad, que es lo que nos garantiza los alimentos. Pero si seguimos esquilmando la tierra no los tendremos en el futuro”.
Ferreirim señala cómo esa tendencia a la extensión de cultivos de mayor rendimiento económico nos está llevando a perder otros necesarios para la tierra, como está ocurriendo, por ejemplo, con las oleaginosas”. “Es fundamental cambiar la agricultura y la dieta”, añade, al tiempo que cita investigaciones como la publicada por la revista científica Lancet, que destaca cómo “los principales alimentos para el ser humano son de origen agrícola, a lo que añadimos que deberían ser ecológicos, de proximidad y de temporada”.
Por otro lado, Ferreirim llama la atención sobre el desmesurado volumen de recursos públicos que, especialmente en el ámbito comunitario, termina alimentando este modelo. “Uno de cada cinco euros de los contribuyentes de la UE se destina a financiar un sistema de ganadería industrial, y eso no puede ser cuando nos enfrentamos a retos como la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la despoblación del mundo rural. Estamos esquilmando el planeta”.
En este sentido, destaca los efectos beneficiosos para el medio ambiente que tendría un cambio de modelo. “España es el segundo país que más carne consume de Europa, con 97 kilos por habitante y año que solo supera Luxemburgo. Sin embargo, reducciones como la caída del 5% de la demanda que se dio entre 2016 y 2017 equivaldría al cierre de una central térmica de tamaño medio”.
El vaciado de la España interior se acelera
La ganadería intensiva, vendida desde algunas comunidades autónomas como Aragón y Castilla-La Mancha como uno de los remedios para paliar la despoblación de la ‘España vacía’, está teniendo el efecto contrario. O, al menos, en esa dirección apuntan los datos recogidos por Ecologistas en Acción.
La organización conservacionista señala como ejemplos Garaballa, municipio que con 55.000 cerdos lidera la cabaña porcina de Cuenca y que ha perdido el 51% de sus habitantes entre 2001 y 2017; Castillejar (Granada), donde la granja de 21.000 madres reproductoras de Cefusa-El Pozo, donde nacen 645.000 lechones cada año, no ha impedido una pérdidade población del 20% y un aumento del paro del 7,25% al 18% en ese mismo periodo; Cancarix, en Albacete, donde en esos once años el censo cayó un 28% a pesar de contar con 37.116 cabezas de porcino, o Balsa de Ves, en la misma provincia, en la que el padrón bajó un 40% y el desempleo subió casi 15 puntos (del 9,7% al 26,4%) sin que lo impidiera elengorde de 98.183 cerdos.
“Hemos hecho el análisis en diferentes zonas y llegamos a la misma conclusión: la ganadería industrial está favoreciendo la despoblación e incrementando el desempleo”, explica Daniel González, responsable de Ganadería de Ecologistas en Acción.“Hemos comprobado que los municipios con grandes explotaciones ganaderas pierden el doble de población y sufren mayor desempleo que otros que carecen de ellas y disponen de actividades económicas más extensivas”, añade.
González apunta que las exigencias cada vez mayores de las empresas integradoras a los pequeños ganaderos para elevar los rendimientos “están haciendo que cada vez sean menos rentables a medio y largo plazo y acaben cerrando, como está ocurriendo con muchas explotaciones de porcino y de aves”.
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