Crudo, asado, al vapor. Hay mil formas de disfrutar de la verdura que se está colando sigilosamente en todo tipo de dietas por su sabor y sus propiedades nutricionales.

Pero, ¿qué hay detrás de estos superalimentos?

Hace tiempo que oír hablar de superalimentos, de realfooders, de comida healthy y de todo tipo de estilos de alimentación no le chirría a nadie. Sea cual sea la vertiente, el rechazo a la alimentación ultraprocesada hacia la que nos dirigimos es cada vez mayor. Por el camino, varios alimentos han ido protagonizando el estrellato de las modas, como la quinoa, el kale, la kombucha o las bayas de goji.

Ahora le ha tocado el turno al bimi, llamado el “superbrócoli”. Esta verdura, de tallo de espárrago y flor tipo brócoli, surgió en Japón de la hibridación natural entre el brócoli y una variedad de col llamada Kai-lan en 1993.

Rica en vitamina C y D, calcio, ácido fólico, hierro y fibra, esta verdura dispone de más zinc, ácido fólico, antioxidantes y vitamina C que el brócoli, la col rizada, las espinacas o los espárragos verdes. Además, según un estudio de la Universidad Politécnica de Cartagena, sus propiedades anticancerígenas, antioxidantes y antiinflamatorias son mayores al ser mejor absorbidos sus nutrientes.

Enaltecido casi por el milagro, el bimi ha ido directo al saco de los superalimentos. Sin embargo, “la gente puede interpretar de manera errónea que esos superalimentos que están tomando compensan una mala dieta. No se debería hablar de un alimento que ayuda a curar algo o prevenirlo, sino de un patrón alimentario saludable”, afirma el nutricionista Aitor Sánchez García en Mi dieta cojea. Por otro lado, “el mundo de las alegaciones de salud que rodea a estos alimentos es muy poco riguroso, está lleno de mentiras y medias verdades”, declara.

Más de 15.000 publicaciones en instagram con el hashtag bimi hace las delicias de cualquiera que pasee por sus platos. La imaginación vuela entre guisados, salteados, ensaladas, empanadas, revueltos y hasta pizzas repletas de este alimento.

Murcia es una de las mayores regiones productoras de esta nueva hortaliza en el interior de las fronteras de Europa. Con un manejo algo más esmerado del cultivo, el bimi no necesita más requerimientos agrícolas que su pariente el brócoli.

¿Superalimentos sí o no?

Aitor Sánchez alerta sobre que, dada la escasa educación nutricional general, tendemos a dar más importancia a un nutriente concreto que al conjunto de una dieta completa. “Hay quien se está comiendo una hamburguesa de carne ecológica y con pan con semillas de amapola, y ya cree que está comiendo sano”.

Se ha popularizado el uso de esta palabra, sobre todo en el lenguaje cotidiano, sin embargo no existe ninguna definición técnica que nos diga qué es, a veces sencillamente se aplica a un alimento más completo que los del resto de su grupo.

Mi dieta cojea nos ofrece una serie de consejos sobre los superalimentos que se ponen de moda, atendiendo sobre todo a la importancia de tener una visión global sobre nuestra dieta. Según Aitor Sánchez, atender a las cantidades, una buena ración saludable no puede ser sustituida por 4 bayas de goyi, así como debemos huir de todo aquello que nos venden como si tuviera propiedades milagrosas.

“Cuando a un solo alimento se le atribuyen propiedades curativas o preventivas, cuidado. La prevención se hace con un conjunto del estado nutricional, y no por llevar unos pocos nutrientes”.

Por otro lado, el punto clave  para los expertos es que “va a tener más repercusión que tomes todos los días ensaladas o platos de verdura, hortalizas, frutas, frutos secos… a que te tomes de manera esporádica, unos arándanos”.

Sin olvidar la sostenibilidad

Hace una década, los campesinos andinos de las zonas de Bolivia, Perú, Chile y Ecuador, se alimentaban de quinoa de la noche a la mañana. Hoy en día, en España se consumen 175 toneladas de quinoa cada año, según datos de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición.

La moda occidental ha disparado sus precios hasta provocar verdaderas crisis agrícolas al otro lado del océano a las que apenas hemos prestado atención.

Pero el conflicto no termina en los márgenes de las comunidades agrícolas olvidadas, sino que lleva la huella de estas modas mucho más allá. En la mayoría de las ocasiones, los llamados superalimentos no proceden de cultivos locales y de temporada.

Alimentos saludables como el coco o la quinoa vienen desde lugares tan remotos como Nueva Zelanda, Perú o Indonesia, lo que supone un gran impacto medioambiental para obtener nutrientes que también se encuentran en nuestros productos locales.

Fuente: https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2019/03/la-ultima-moda-en-alimentacion-saludable-el-bimi


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