Resumen

La ciencia y el estudio científico son herramientas importantes que ayudan a identificar y a resolver problemas. La ciencia tiene reglas muy claras: cualquiera que haga una afirmación tiene que demostrarla de forma clara, comprensible y verificable. Solo las afirmaciones verificables pueden llamarse científicas, todo lo demás entra en el terreno de las creencias. Las cuestiones originadas en creencias no pueden presentarse como hechos científicamente demostrados para derivar o justificar acciones gubernamentales a partir de ellas.

Las afirmaciones científicas deben ser refutables, susceptibles de ser comprobadas, antes de poder afirmar que son hechos científicos. En ciencia la regla más importante es el intento documentado de demostrar la afirmación que se pretende verdadera y científica. El primer deber escrito de todo científico es comprobar estrictamente sus propias afirmaciones, e intentar refutarlas. Solo en el caso de que esta refutación no haya tenido éxito y este fracaso haya sido claramente documentado mediante pruebas de control, se puede calificar de científica una afirmación. En última instancia, todas las medidas contra el coronavirus que los gobiernos y las autoridades subalternas han promulgado están reguladas por leyes ―en Alemania, por la Ley de Protección contra la Infección―, pero solo están legitimadas en apariencia, y no están justificadas. Por ejemplo, con el artículo 1 de la Ley de Protección de la Infección, la definición de «científico» somete a todas las personas que habitan o trabajan en Alemania a las reglas de la ciencia. Todas las reglas científicas están precedidas por el cumplimiento de las leyes del razonamiento y la lógica, y si éstas no se respetan o se violan, la afirmación científica se rechaza como si se tratara de un experimento de control exitoso.

En todas las publicaciones el significado y la elección de las palabras sobre ‘virus causantes de enfermedades’ ha demostrado que los virólogos no solo violan las leyes del pensamiento, la lógica y las reglas vinculantes de la ciencia, sino que ellos mismos han desmentido sus propias afirmaciones sobre la existencia de los virus causantes de enfermedades. Si uno se quita las hipnóticas gafas del miedo, y lee objetivamente, comprendiendo lo que hacen y escriben los autores, cualquier interesado que sepa hablar inglés, y que haya adquirido conocimientos sobre los métodos utilizados, descubrirá que estos virólogos (a excepción de los que trabajan con fagos y con los virus gigantes similares a los fagos) han interpretado erróneamente secuencias genéticas normales como componentes virales, desvirtuando así todo su campo de especialización.

Esto es particularmente fácil de ver en las afirmaciones sobre la existencia del supuesto virus SArS-CoV-2.

Dado que estos virólogos han violado claramente las leyes del razonamiento, la lógica, y las reglas del trabajo científico con sus declaraciones y acciones, se les puede calificar coloquialmente de estafadores científicos. Sin embargo, dado que el fraude científico no existe en derecho penal, y todavía no hay precedentes en este sentido, propongo (y lo haré yo mismo), que el fraude de los virólogos ―que se hacen pasar por científicos pero actúan y argumentan de forma anticientífica― sean denunciados en los tribunales y en el derecho penal. Se pide a las autoridades estatales responsables que persigan a estos anticientíficos defraudadores de empleo para impedirles sus acciones anticientíficas y, en consecuencia, antisociales y homicidas.

Desde el momento en que un primer tribunal establezca los hechos que se exponen a continuación y condene al primer virólogo por fraude profesional, se anunciará el fin de la crisis del coronavirus, se sellará judicialmente, y la crisis global del coronavirus se convertirá en una oportunidad para todos.

Introducción

La humanidad se enfrenta a un gran desafío: la dinámica inherente y las consecuencias del miedo y la anti-biología a través de la biología que se enseña y de la medicina ejecutiva, perturban y destruyen el medio ambiente, las plantas, los animales, las personas y la economía. La crisis del coronavirus es solo la punta visible de un iceberg en curso de colisión con todos y con todo. Una de las causas de este desafío es el materialismo, el intento de explicar la vida mediante modelos puramente materiales. Nuestro materialismo actual se inventó en la antigüedad «post-socrática» como una reacción explícita a la creación del miedo y al abuso de poder de las religiones. Es una acción comprensible, humana y humanitaria, pero tiene consecuencias dramáticas. Este materialismo ha dado lugar a la biología doctrinal del bien y del mal, a la «opinión dominante» en medicina basada en ella, y a la antibiosis resultante (antibióticos, radiaciones, quimioterapia, desinfección, restricción de derechos básicos, vacunación, confinamiento, cuarentena, distanciamiento social, etc.). Debido a esta ideología, cada vez más personas, el medio ambiente y la economía se ven perjudicados. Su teoría materialista del bien y del mal, que no tiene ninguna base factual, sino que se basa en supuestos rebatibles, se ha convertido, sin que ello se reconozca, en la religión más poderosa.
La teoría materialista de la vida dice que solo hay átomos, pero no hay conciencia, ni fuerzas espirituales, ni un motor que los haya creado y puesto en movimiento. Para poder explicar el cosmos y la vida en términos puramente materiales, nuestra «ciencia» se siente obligada a afirmar que hubo un big bang (gran explosión) en la que todos los átomos surgieron de la nada y se separaron. Algunos átomos se habrían tocado por casualidad y habrían formado moléculas. Estas moléculas habrían formado una célula primordial al juntarse al azar, de la que habría surgido toda la vida posterior mediante la lucha y selección. Se supone que todo esto ocurrió en tiempos prehistóricos muy lejanos, de duración inimaginable, por lo que se sustrae al examen científico y, por lo tanto, no puede calificarse de científico.

Aquí dejaremos fuera de la ecuación a la «física teórica», con sus teorías cuánticas, que fantasean esta forma de pensar con una inversión de capital cada vez mayor en cosas cada vez más pequeñas. Para una mejor visión, real, y el simple experimento accesible de la vida, me remito a la sustancia misma que compone la vida. Es la sustancia elemental que compone la membrana, la llamada membrana de tensión superficial del agua, que forma el agua allí donde entra en contacto con otras sustancias o consigo misma durante el movimiento y los vórtices. Esta sustancia fue denominada éter por Aristóteles, y redescubierta por el Dr. Peter Augustin en forma de sustancia primordial. Los fisiólogos de plantas japoneses llamaron a esta sustancia agua pi. Este conocimiento y perspectiva resultante del conocimiento del éter/sustancia primaria también revive el principio presocrático, haciéndolo concebible e imaginable: como es en lo grande, también es en lo pequeño.
Pensar en términos de teoría atómica dificulta, cuando no imposibilita, este tipo de imaginación y de mundos imaginativos y, si no se conocen otras posibilidades de pensamiento, o si éstas están mal vistas, nos obliga a hacer suposiciones erróneas. Todo el imaginario del mundo académico en biología y medicina se basa en esa falsa suposición.

En 1848, cuando los efectos constructivos de la revolución francesa tuvieron la oportunidad de desarrollarse en Alemania, los intentos de agitación fracasaron provocando un dramático endurecimiento y deterioro de la vida política y social. En 1848, durante el desarrollo de la biología y la medicina actuales, el pueblo abogaba por medidas humanas, lógicas y correctas para la «profilaxis de las epidemias», en los diez años siguientes acabó adaptándose a las condiciones políticas, cada vez más duras y extremas. Fue Rudolf Virchow quien, en 1858, sin ninguna base científica pero basándose exclusivamente en la teoría atómica de Demócrito y Epicuro, postuló la teoría celular de la vida y de todas las enfermedades: la patología celular.

A lo largo de su vida, Rudolf Virchow suprimió «hechos relevantes» de la embriología y la ciencia de los tejidos para poder presentar y popularizar su nueva teoría celular como algo real.

Sin embargo, este conocimiento de la embriología y de la teoría de los tejidos, la teoría de vida de las capas germinales de la vida, es un requisito indispensable para comprender la vida, su desarrollo y, sobre todo, las enfermedades, las curaciones, las crisis de curación y las trabas a la curación.

Al igual que la teoría atómica, Rudolf Virchow sostenía que toda la vida se originaba en una célula. La célula era la unidad más pequeña e indivisible de la vida, que al mismo tiempo, sin embargo, manifiesta todas las enfermedades mediante la formación de los supuestos ‘venenos’ causantes de enfermedad, en latín, los ‘virus’. Esto sentó las bases sobre las que tuvieron que desarrollarse las teorías del gen, la infección, el sistema inmunitario y el cáncer, para poder explicar los procesos de la vida, la enfermedad y la curación dentro de esta teoría. Si creemos, porque así se enseña, que todos los procesos son causados únicamente por interacciones materiales, y que toda la vida surge de una célula, los partidarios de esta teoría se ven obligados a suponer un plan constructivo y funcional de la vida, es decir, un material hereditario, y a afirmar que éste existe.

La misma lógica coercitiva se aplica a los supuestos venenos causantes de enfermedad. Si la célula produce supuestamente virus (=venenos) como causa de la enfermedad, para distribuirlos dentro y fuera del cuerpo, se debe reivindicar un lugar en el individuo donde y en el que este veneno de enfermedad, el virus, haya surgido por primera vez. Si esta forma de pensar se eleva a dogma, contra el que no se puede enseñar nada más, y se difaman otros puntos de vista como ‘anticientíficos’ o de ‘conspiración’ contra el Estado, se excluyen de entrada otras posibilidades de pensar e imaginar el origen de las enfermedades en un cuerpo o en un grupo de personas. Esta lógica coercitiva siempre busca las causas profundas solo en las categorías de defectos materiales o de malignidad material. De este modo se oculta que la idea del virus como veneno de la enfermedad fue refutada y abandonada elegante y científicamente en 1951 y desde entonces hubo que inventar otra idea: En cuanto a la idea de que los virus son un conjunto de genes peligrosos, se oculta que hasta la fecha no hay ninguna prueba científica fiable que respalde la hipótesis de secuencias de genes, a los que poder llamar virus. La buena noticia es que la nueva virología genética, que tuvo su auge a partir de 1954, ha demostrado estar equivocada por sus propias afirmaciones, de forma realmente científica, es decir, de forma fácilmente comprensible y verificable. Esta afirmación es 100% correcta, demostrada, y la defiendo como virólogo, como científico, como ciudadano y como ser humano.

La transición de la virología de las toxinas a la virología genética actual La idea de un veneno causante de la enfermedad sigue siendo bastante efectiva, ya que se sigue atribuyendo a la existencia de peligrosas toxinas de proteínas bacterianas. O bacterias, como las bacterias espiroquetas (en forma de sacacorchos), que se afirma que son peligrosas, y que supuestamente se abren camino desde el presunto punto de entrada a través de los nervios hasta el cerebro.

Lo que los virólogos, los médicos y los periodistas científicos no mencionan es el hecho de que la idea de que los virus se definían como toxinas proteicas, que fue válida hasta 1951, tuvo que ser abandonada ese mismo año. Para poner a prueba la hipótesis y la afirmación de la toxicidad de los virus, y darles validez científica, se llevaron a cabo dos experimentos de control:

  1. Se expusieron a descomposición no solo tejidos supuestamente dañados por los virus sino también tejidos sanos. Se comprobó que las proteínas producidas cuando el tejido sano se descompone son las mismas que las producidas cuando se descompone el tejido «dañado por el virus». La hipótesis del virus quedó así refutada.
  2. La hipótesis de la proteína-toxina-virus fue refutada también por el hecho de que nunca se pudo encontrar ni fotografiar en el microscopio electrónico nada diferente en los seres humanos, en los animales y en sus fluidos «infectados de virus», de lo que ocurría también en los seres humanos sanos. Por cierto, esto ha seguido siendo así hasta la actualidad.

La virología clínica, es decir, la médica, se refutó a sí misma con estos exitosos experimentos de control, y se rindió con palabras de arrepentimiento, que solo los lectores atentos de las revistas profesionales advirtieron. Este hecho fue suprimido por los medios de comunicación, ya que los ‘hipnotizadores del poder’ celebraban sus campañas de vacunación en curso. Aunque los virus dejaron de ser la justificación de la vacunación, las campañas de vacunación no se interrumpieron gracias al silencio de las autoridades sanitarias y de la «ciencia». Tras el abandono de la virología, la biología y la medicina no pudieron encontrar otra explicación dentro de la teoría celular, puramente material, para las enfermedades definidas como virales, y para los fenómenos de aparición simultánea o masiva de enfermedades.

Así que los implicados se vieron obligados a inventar una nueva teoría sobre lo que deberían ser los virus en el futuro. Se basaron en estructuras realmente existentes llamadas fagos, que forman las bacterias cuando son extraídas de su entorno, y cuando se les impide el intercambio vital con otras bacterias y microbios. Cuando era un joven estudiante, tuve la suerte de aislar una estructura similar a un fago del océano, para estudiar su estructura, composición e interacción con el medio ambiente. Esto me llevó directamente al campo de la virología para investigar el origen de los virus, porque, sin sospecharlo, creí haber descubierto un virus inofensivo y una relación estable entre virus y anfitrión. Treinta años después, se descubrieron y se siguen descubriendo nuevas estructuras, ahora conocidas como «virus gigantes». Mientras tanto se ha comprobado claramente que están en los procesos iniciales de la vida biológica, tal y como comienza o se hace visible para nosotros. Los virólogos franceses reconocen que estas estructuras forman el cuarto reino de la vida, junto con las bacterias primordiales, las bacterias y los eucariotas.

Las estructuras denominadas erróneamente fagos, es decir, comedores de bacterias y virus gigantes, también pueden describirse como un tipo de espora que forman las bacterias y los organismos vivos que tienen una organización simple, cuando sus condiciones de vida cambian de tal manera que ya no pueden reproducirse o sobrevivir de manera ideal. Dependiendo de la especie, estas útiles estructuras siempre están formadas por una hebra con exactamente la misma longitud y la misma composición del llamado material genético ADN. Este tipo de ADN siempre está rodeado por una envoltura de esa sustancia densa de la que surge la vida biológica. Esta es la razón por la que los «fagos» y los «virus gigantes» ―mejor llamémoslos biontes― pueden ser fácilmente aislados, es decir, enriquecidos y separados de todos los demás componentes de la vida. En esta forma aislada pueden ser analizados bioquímicamente, y lo son con regularidad. Todas las descripciones bioquímicas muestran que el ácido nucleico de un tipo de «fago» o «virus gigante» tiene siempre exactamente la misma longitud y la misma composición.

De hecho, durante décadas los fagos han sido la única fuente de ácido nucleico puro (ADN) en los estudios bioquímicos. El proceso de captación y liberación de ADN dentro y fuera de las bacterias, documentado con el microscopio electrónico, se interpretó como una infección. Se afirmó, sin prueba alguna, que los fagos invaden las bacterias, las violan, les imponen sus ácidos nucleicos y, como resultado, las bacterias mueren. En realidad la situación es muy diferente. Solo las bacterias extremadamente endogámicas, es decir, que se multiplican constantemente, sin tener contacto con otras bacterias o microbios, se transforman en fagos, en un acto de metamorfosis. Esta transformación se interpreta erróneamente como la muerte de la bacteria por parte de los fagos.
Por otro lado, las bacterias recién aisladas de su entorno nunca se transforman en fagos, y no mueren cuando se les colocan fagos en cualquier cantidad. Ésta es también la razón por la que la frecuentemente citada terapia con fagos como sustituto de los antibióticos, (por ejemplo para suprimir el dolor y otros síntomas) ―al igual que con cualquier otro envenenamiento― no puede funcionar y nunca funcionará en el sentido y medida deseados.

La biología de los fagos y los virus gigantes, y la consiguiente refutación de la teoría celular de la vida En el caso del alga (ectocarpus siliculosus), de la que aislé sus «virus gigantes», esta situación se presenta así: Las formas móviles del alga, los gametos y las esporas, buscan los «virus gigantes» en su entorno con sus flagelos móviles y los llevan a su interior. En el proceso, las algas en crecimiento integran el ácido nucleico de los «virus gigantes» en sus propios cromosomas. Se ha observado que las algas con virus gigantes se comportan mejor que las que no los tienen. Nunca se ha observado que las algas con «virus gigantes» estén peor que las que no los tienen. Constantemente se encuentran nuevos y más sorprendentes «virus gigantes», con propiedades cada vez más asombrosas, y cada vez se encuentran más pruebas de que las bacterias y los microorganismos, las amebas y los protozoos surgen a partir de «virus gigantes», en los que vuelven a transformarse cuando ya no se dan sus condiciones de vida.

Los virus gigantes son obviamente creados por y en torno a los ácidos nucleicos, que desarrollan actividades catalíticas, es decir, liberan energía de forma independiente, sintetizan más ácidos nucleicos, otras moléculas y sustancias y, por tanto, generan constantemente nuevas propiedades y capacidades. Las formas de ácido nucleico especialmente reactivas y diversas del ácido nucleico del ARN, ―palabra clave «el mundo del ARN»―, que pueden transformarse fácil y constantemente en ADN y viceversa, también surgen en el proceso de autoorganización de la vida, sin una razón o causa científicamente comprensible.

La vida biológica que es visible para nosotros se materializa de forma bastante evidente fuera del agua.

Cada vez se están encontrando más organismos celulares cuyo genoma está formado en gran parte por los ácidos nucleicos de los «virus gigantes». Con el descubrimiento de los fagos, que solo se producen durante la transformación de cultivos bacterianos extremadamente endogámicos (‘incestuosos’), y de los virus gigantes, que se mantienen, se agrandan, y realizan activamente el metabolismo, y con el descubrimiento de nuevos organismos formados por virus gigantes, se han demostrado hasta ahora tres cosas:

1. La teoría de la célula, según la cual la vida biológica solo existe en forma de células, y solo surge de ellas, queda refutada.

2. La afirmación de que la vida biológica surgió en los remotos tiempos de la prehistoria ha sido refutada. La vida está surgiendo constantemente de nuevo y ante nuestros ojos, basta con que la observemos de forma objetiva, y sin restricciones debido a dogmas y teorías sin fundamento. Está demostrado que la vida biológica, tal y como la conocemos ahora, puede surgir en cualquier lugar donde haya agua, y quizás también en condiciones iguales o similares a las de nuestro planeta madre Tierra.

3. La interpretación negativa de que la absorción de ácidos nucleicos, por parte de «fagos» y «virus gigantes», en otros organismos se consideraba una infección y era perjudicial, ha quedado refutada.

Sin embargo, a partir de 1952, esta observación dio lugar a la creencia de que en el ser humano existían virus genéticos que, al transmitir sus «peligrosos» ácidos nucleicos, producían enfermedades y podían ser considerados responsables de la muerte y la destrucción. Hasta la fecha, no se ha podido aislar ni un solo ácido nucleico que se corresponda con la longitud y la composición de las hebras genéticas de los supuestos virus causantes de enfermedades, a pesar de que el aislamiento, la representación y el análisis de la composición de los ácidos nucleicos de esta longitud es posible desde hace tiempo con las técnicas estándar más sencillas.

Un premio Nobel y sus fatales consecuencias

En forma aislada, los «fagos» y los «virus gigantes» (biontes) pueden fotografiarse rápida y fácilmente en grandes cantidades con un microscopio electrónico, documentando así su grado de pureza.

Sin embargo, ¡todavía no se ha conseguido el aislamiento y la fotografía de estructuras aisladas y definidas de ninguno de los supuestos virus patógenos!

Los biontes (también conocidos como fagos y virus gigantes) se ven regularmente en gran número bajo el microscopio electrónico, y se fotografían en las investigaciones científicas en los organismos por los que se producen, o que los producen (¡sic!). ¡Por otra parte, la fotografía de estructuras en el microscopio electrónico, que se presentan como virus patógenos, hasta ahora no ha tenido éxito ni se ha documentado en ningún ser humano, animal, planta, ni en los fluidos procedentes de ellos, como sangre, semen, saliva, etc., para ninguno de los virus que se alegan como patógenos!

¿Por qué?

Las imágenes de supuestos virus obtenidas con el microscopio electrónico solo muestran las estructuras procedentes siempre de fuentes totalmente diferentes. Estas estructuras (como puede rastrearse y verificarse fácilmente a partir de las publicaciones) nunca se aislaron, ni se caracterizaron bioquímicamente, ni se utilizaron como origen de los trozos cortos de ácidos nucleicos, a partir de los cuales los virólogos construyen un ácido nucleico largo, que se hace pasar por la supuesta hebra genética de un virus.

A partir de todos los tipos de «fagos» y «virus gigantes» siempre es posible obtener ácidos nucleicos de exactamente la misma longitud y la misma composición. Nunca se ha podido aislar un ácido nucleico (ADN o ARN) de una estructura o líquido, cuya longitud y composición se corresponda con lo que los virólogos afirman que es la hebra genética de un virus patógeno.

El motivo de que los virólogos hayan perdido totalmente el rumbo en un peligroso enfoque anticientífico, absolutamente alejado de la realidad, se desprende de la secuencia de lo ocurrido entre 1951 y el 10 de diciembre de 1954. Una vez que la virología médica se asentó mediante experimentos de control en 1951, a partir de 1952 los fagos de las bacterias se convirtieron en el modelo de la ideología que insistía obstinadamente sobre el aspecto que debían tener los «virus causantes de enfermedades»: un ácido nucleico de cierta longitud y composición, rodeado por una envoltura, formada por un cierto número de determinadas proteínas.

Pero:

• a falta de micrografías electrónicas de los «virus patógenos» en seres humanos, animales y plantas,

• a falta de imágenes microscópicas electrónicas de los «virus patógenos» en forma aislada,

• a falta de descripción bioquímica de los componentes de los «virus patógenos»,

• a falta de su aislamiento, los virólogos se han visto y se ven obligados a asociar, mental y gráficamente, los componentes individuales de los tejidos supuestamente «patógenos» a los virus, y a pretender ante sí mismos y ante el público que estos productos mentales son ¡virus que existen!

Los virólogos que afirman que los virus causan enfermedades se remiten principalmente a una única publicación con la que justifican sus acciones, y las hacen pasar por científicas. Hacer esto es fácilmente reconocible como una locura y como algo anti-científico.

Los autores, que publicaron estas consideraciones el 1 de junio de 1954, describieron explícitamente sus observaciones como especulaciones que han sido refutadas en sí mismas, y que necesitan ser revisadas en el futuro. Esta futura revisión aún no ha tenido lugar, porque el primer autor de este estudio, el profesor John Franklin Enders, recibió el Premio Nobel de Medicina el 10 de diciembre de 1954, por otra especulación en el marco de la vieja teoría de que » los virus son peligrosas toxinas proteicas», que había sido refutada en 1951.

El Premio Nobel supuso dos cosas: La vieja y refutada teoría de los virus tóxicos recibió un halo pseudocientífico, y la nueva virología genética recibió el más alto honor, aparentemente ‘científico’.

A partir de 1952 la nueva virología genética contó con dos principios esenciales:

• los virus patógenos se estructuran en principio de la misma manera que los fagos, y

• surgen cuando las células mueren en el tubo de ensayo, después de que se les añada material de muestra supuestamente infectado.

Enders y sus colegas, en su única publicación de fecha 1 de junio de 1954, establecieron la idea de que las células que mueren en el tubo de ensayo, tras añadirles material supuestamente infectado, se convertían en ‘virus’.

Esta muerte se hizo pasar simultáneamente por el aislamiento del virus ―porque supuestamente se introdujo algo desde el exterior en el laboratorio―, y por la multiplicación del presunto virus, utilizándose la masa celular moribunda como vacuna. Al hacerlo, Enders, sus colegas, y todos los virólogos pasaron por alto ―cegados por el Premio Nobel― que: • la muerte de las células en el laboratorio no es causada por un virus, sino porque en el laboratorio se matan las células de forma involuntaria e inadvertida, pero sistemática: ◦ a través del envenenamiento con antibióticos tóxicos para las células, ◦ mediante inanición extrema debida a la privación de la solución nutritiva, y ◦ por la adición de proteínas en descomposición, que liberan productos metabólicos tóxicos.
Los componentes de las células que mueren en el laboratorio de esta manera se siguen ‘ensamblando’ mentalmente en un virus, y se presentan como una realidad. La virología de los virus patógenos es así de simple. Hasta la fecha, ni Enders ni los «virólogos» han realizado nunca los experimentos de control para “infectar las células en el laboratorio con material estéril”. En el experimento de control mueren exactamente igual que con el material supuestamente «vírico».

Refutación breve, clara y fácilmente comprensible de las afirmaciones de todos los virus patógenos

El error y el autoengaño son humanos, comprensibles y disculpables. Lo que no es excusable son las constantes afirmaciones de los virólogos de que lo que dicen y hacen es científico. Esto es claramente falso, y cualquiera puede fácilmente comprenderlo y verificarlo. Por lo tanto, los virólogos que afirman que los coronavirus u otros virus son los causantes de enfermedades deben ser tachados de estafadores, y deben ser perseguidos por medios legales para que se retracten de sus falsas, refutadas y peligrosas afirmaciones.

De esta manera, la crisis del coronavirus y otras catástrofes «víricas» con consecuencias fatales, como el «SIDA», el «Ébola», y otras pandemias «víricas» sin fundamento, pueden y serán no solo detenidas y evitadas en el futuro, sino convertidas en una oportunidad para todos.

La definición de lo que puede llamarse una declaración científica, y las obligaciones resultantes están definidas de forma inequívoca.

En resumen:

A) Toda afirmación científica debe ser verificable, comprensible y refutable.

B) Solo si la refutación de un enunciado científico mediante las leyes del razonamiento, la lógica y, en su caso, mediante experimentos de control no ha tenido éxito, puede llamarse un enunciado científico.
C) Todo científico está obligado a comprobar y cuestionar sus propios enunciados.

Dado que los virólogos nunca han hecho este examen por sí mismos, y son reacios a hacerlo por razones comprensibles ―quién quiere refutarse a sí mismo, a sus acciones, a su reputación― lo hacemos públicamente con siete argumentos. Cada argumento individual es suficiente para refutar la existencia de todos los «virus patógenos» y el trabajo de este tipo de virólogos (excluyendo a los investigadores que se ocupan de los «fagos» y de los » virus gigantes» existentes).

En los siguientes puntos, se utiliza la palabra «virus» en lugar de la combinación de palabras «virus patógenos».

1. El hecho de la orientación = alineación Los virólogos nunca han aislado el genoma completo de un virus ni lo han mostrado directamente en toda su longitud. Suelen utilizar solo trozos muy cortos de ácidos nucleicos, cuya secuencia de cuatro moléculas que los componen determinan y llaman secuencia. A partir de una multitud de millones de secuencias muy cortas, determinadas de este modo, los virólogos ensamblan mentalmente una larga cadena ficticia de material genético con la ayuda de complejos métodos computacionales y estadísticos. Este proceso se llama alineación.

El resultado del complejo alineamiento, esa hebra genética ficticia y larguísima, es presentado por los virólogos como el núcleo de un virus, y afirman que demuestra la existencia de un virus. Sin embargo, en la realidad, o en la literatura científica, nunca aparece como un todo una hebra tan completa, aunque hace tiempo que se dispone de las técnicas estándar más sencillas para determinar la longitud y la composición de los ácidos nucleicos de forma sencilla y directa. Con el uso de la ‘alineación’, en lugar de presentar directamente un ácido nucleico de la misma longitud, los virólogos se desmienten a sí mismos.

2. El hecho de la falta de experimentos de control sobre la orientación/alineación Los virólogos nunca han realizado ni documentado la alineación con ácidos nucleicos igualmente cortos, procedentes de experimentos de control. Para ello, DEBEN aislar los ácidos nucleicos cortos a partir del mismo procedimiento exacto de cultivo celular, con la diferencia de que la supuesta «infección» no se hace añadiendo muestras supuestamente «infectadas», sino con materiales estériles o con muestras esterilizadas que han sido «infectadas como control».
Estos experimentos de control, lógicos y obligatorios, nunca se han realizado ni documentado. Solo con esto, los virólogos han demostrado que sus declaraciones no tienen valor científico y no pueden hacerse pasar por declaraciones científicas.

3. La orientación/alineación solo se produce por medio de construcciones conceptuales Para poder ensamblar mental/computacionalmente las secuencias muy cortas de los ácidos nucleicos utilizados en un genoma largo, los virólogos necesitan una plantilla para alinear las secuencias cortas en una cadena muy larga, supuestamente viral, del genoma. Sin esa secuencia predefinida y muy larga, ningún virólogo es capaz de crear mental/computacionalmente una hebra de genoma viral. Los virólogos sostienen que la cadena genómica construida mental/computacionalmente procede de un virus, ya que la alineación se llevó a cabo utilizando otra cadena genómica viral predefinida. Este argumento de los virólogos queda así refutado brevemente y sin ambigüedades, porque todas las plantillas con las que se generaron mental/computacionalmente nuevas hebras genéticas fueron a su vez generadas exclusivamente mental/computacionalmente, y no se originaron a partir de un virus.

4. Nunca se han visto virus en un ser humano/animal/planta, ni en fluidos procedentes de ellos Los virólogos afirman que los virus infecciosos, es decir, intactos, se encuentran en gran número en la sangre y la saliva. Es por eso que, por ejemplo, en la crisis de Coronavirus, todo el mundo debe llevar mascarilla. Sin embargo, hasta la fecha no se ha fotografiado ni un solo virus en la saliva, la sangre, ni en otros lugares de los seres humanos, los animales, las plantas, ni en sus fluidos, a pesar de que la obtención de imágenes mediante el microscopio electrónico es ahora una técnica estándar fácil y rutinaria.
Este hecho claro y fácilmente verificable por sí solo, de que no hay constancia de virus en humanos/animales/plantas ni en fluidos procedentes de ellos, invalida todas las afirmaciones sobre los virus. Algo que nunca se ha visto en humanos/animales/plantas, ni en sus líquidos, no debe hacerse pasar por un hecho científicamente demostrado.

5. La composición de las estructuras que los virólogos hacen pasar por virus nunca ha sido definida bioquímicamente Hay dos técnicas diferentes que los virólogos utilizan para producir fotografías de supuestos virus. Para la microscopía electrónica transparente (de transmisión), utilizan cultivos celulares que incrustan en resina sintética, raspan en capas finas y ‘miran’ a través de ellas. Las partículas que aparecen en dichas imágenes nunca han sido aisladas ni se ha determinado su composición bioquímicamente. Sería necesario encontrar todas las proteínas y la larga cadena genética atribuida a los virus. Ni esto, ni el aislamiento de dichas partículas incrustadas, ni la definición bioquímica de su composición aparecen en ninguna publicación de los virólogos. Esto refuta la afirmación de los virólogos de que dichas imágenes podrían ser virus.

El otro método que utilizan los virólogos para fotografiar los virus en el microscopio electrónico es la sencilla y rápida microscopía electrónica denominada «tinción negativa». Para concentrar las estructuras realmente existentes, como los «fagos» y los «virus gigantes», y separarlos de todos los demás componentes, lo que se denomina «aislamiento», se utiliza una técnica estándar, la centrifugación en gradiente de densidad. La visualización en el microscopio electrónico de la presencia, aspecto y pureza de estas estructuras aisladas se consigue recubriendo estas partículas con una sustancia que contiene metal, y permitiendo que las estructuras subyacentes aparezcan como sombras en el haz de electrones.

La otra parte de las partículas aisladas, que se hicieron visibles mediante tinción negativa, se caracteriza bioquímicamente. En el caso de todos los fagos y virus gigantes, siempre se encuentran los ácidos nucleicos intactos, siempre idénticos, siempre muy largos y de composición idéntica, y se documenta el resultado de la caracterización bioquímica.

En el caso de todos los virus que se definen como virus mediante esta técnica de «tinción negativa», se produce lo siguiente. Estas partículas no se enriquecen, limpian y aíslan con la centrifugación en gradiente de densidad prevista para ello, sino que se sedimentan en el fondo del tubo de centrifugado mediante una centrifugación simple, lo que se denomina «granulación», y luego se observan con el microscopio electrónico. Hasta ahora nunca se ha determinado bioquímicamente la composición de tales estructuras presentadas como virus. Con esta afirmación, fácilmente verificable y comprensible, basada en todas las publicaciones de los virólogos, en las que las estructuras en la microscopía electrónica de transmisión se presentan como virus, sin darse cuenta, los virólogos han refutado también simple y elegantemente, ellos mismos, este argumento de la afirmación de la existencia viral.

6. Las imágenes del microscopio electrónico, que se difunden como virus, son conocidos artefactos típicos o estructuras celulares Los virólogos publican multitud de imágenes de estructuras, obtenidas con el microscopio electrónico que, según ellos, son virus. Al hacerlo, ocultan el hecho de que TODAS estas imágenes son solo estructuras típicas de cultivos celulares moribundos, o que representan vesículas de grasa-proteína producidas en el laboratorio y que NUNCA han sido fotografiadas en seres humanos/animales/plantas ni en fluidos procedentes de ellos. Los investigadores que no son virólogos se refieren a las mismas estructuras que los virólogos afirman que son virus como componentes celulares típicos, como las vellosidades (protuberancias parecidas a las amebas con las que las células se aferran al sustrato y se desplazan), como exosomas o como «partículas similares a los virus». Se trata de otra prueba independiente de que las afirmaciones de los virólogos de ver los virus bajo el microscopio electrónico han sido científicamente refutadas.

7. Los experimentos con animales de los virólogos refutan las afirmaciones sobre la existencia de virus Los virólogos llevan a cabo experimentos con animales para demostrar que las sustancias con las que trabajan son virus, y pueden causar enfermedades. De cada una de las publicaciones en las que se han llevado a cabo estos experimentos con animales, se desprende que la forma en que se trata a los animales produce exactamente los síntomas que se afirma que son el efecto del virus. Se puede ver en cada una de estas publicaciones que no se llevaron a cabo experimentos de control en los que los animales fueran tratados de la misma manera con material inicial esterilizado.

Estos dos hechos evidentes refutan a los virólogos que afirman haber establecido la presencia y el efecto de los virus en los experimentos con animales.

Observaciones finales

Para acabar con la crisis del coronavirus y convertirla en una oportunidad para todos, hay que hacer públicas y efectivas estas refutaciones de la virología claras, fácilmente comprensibles y verificables. Una forma de hacer efectivas estas refutaciones es utilizar contra los virólogos los recursos legales adecuados en los tribunales, y hacer públicos los resultados. A través de nuestra lista de distribución de Science-Plus os informaremos si tenemos que comunicar resultados que estén listos para ser dictaminados.

Garantizo con mi nombre que cualquiera que quiera comprobar estas afirmaciones sobre cualquier «virus causante de enfermedades» llegará exactamente a las mismas conclusiones, si domina el inglés y ha leído los métodos. Como nota de precaución: mientras continúe la crisis del coronavirus, mis colegas y yo solo responderemos a las preguntas relacionadas con los supuestos virus de coronavirus y del sarampión. Para las consultas sobre todos los demás «virus» durante el periodo de coronavirus, me remito a los artículos publicados en la revista WissenschafftPlus desde 2003. ¡Por favor, hay que tener presente que la sentencia en el juicio del virus del sarampión, confirmada por el tribunal supremo, ha eliminado el fundamento de todo el campo de la virología! Se ha establecido judicialmente, y por lo tanto forma parte de la jurisprudencia alemana, que la publicación el 1 de junio de 1954 del método fundamental de la virología, en el que la muerte en laboratorio, involuntaria e inadvertida, de las células, se utilizó como ‘prueba’ de la existencia de virus patógenos, ¡y que a partir del año 2016 ya no demuestra la existencia de un virus!

La crisis del coronavirus ha aumentado la posibilidad de que el veredicto del juicio sobre el virus del sarampión pueda provocar, por sí solo, un cambio de rumbo en el pensamiento y la actuación de “bueno-malo” que en la actualidad domina la biología, la medicina, la sociedad y el Estado. Tal vez la aplicación al SArS-CoV-2 de uno, varios, o todos los siete argumentos enumerados anteriormente baste para acabar con él, a mi juicio, previsible impulso de la histeria mundial por el coronavirus, y a la especulación de los procedimientos de prueba y las vacunas. En relación con el caso del virus del sarampión y en general, me remito a la página de Internet Corona_Fakten en el portal de Telegram.

Hay un muy buen resumen de los procedimientos sobre el significado del caso del virus del sarampión, y también otros artículos que son muy buenos.

Mi optimismo de que la crisis del coronavirus sea una oportunidad para todos se basa en el artículo 1 de la Ley de Protección de la Infección, abreviada Ley de Protección de la Infección. La frase (2) del artículo 1 de la Ley de Protección de la Infección, «Objetivo de la Ley», dice: «La cooperación y la colaboración de las autoridades federales, estatales y locales, los médicos, los veterinarios, los hospitales, las instituciones científicas y otras partes implicadas que sean necesarias para este fin se organizarán y apoyarán de acuerdo con el respectivo estado de la ciencia y la tecnología médica y epidemiológica. Debe aclararse y promoverse la responsabilidad personal de los patrocinadores y gestores de las instalaciones comunitarias, las empresas alimentarias, los centros sanitarios y los particulares en la prevención de las enfermedades transmisibles».

Todas las medidas y ordenanzas contra el coronavirus, y así como las leyes establecidas debido al coronavirus, se basan única y exclusivamente en la Ley de Protección de la Infección. Sin embargo, puesto que la «estipulación de objetivo” en el artículo 1 de la Ley de Protección de la Infección «se diseñará y apoyará de acuerdo con el estado actual de la ciencia y la tecnología médica y epidemiológica», ha sido refutada por las declaraciones publicadas de los propios virólogos, y se ha demostrado que es anti-científica, todas las medidas, ordenanzas y leyes a causa del coronavirus carecen de base legal para ser aplicadas.

Ninguna de las instituciones y gestores de instalaciones comunitarias, establecimientos alimentarios, centros sanitarios a los que se refiere el artículo 1, párrafo (2), así como el individuo, es decir, cada ciudadano al que se dirigen las leyes y a quien afecta, pueden llevar a cabo ni tolerar las medidas y regulaciones del coronavirus si han reconocido y aceptado en el artículo 1, apartado 2, que los virólogos no tienen pruebas científicas de la existencia de virus causantes de enfermedades, sino que se han refutado a sí mismos a través de sus propias acciones y publicaciones.

Mientras se mantenga la obligación de la investigación científica del artículo 1 de la Ley de Protección de la Infección, es posible, con referencia al artículo 1 de esa Ley de Protección de la Infección, presentar con éxito ante los tribunales las pruebas de la falta de fundamento, anarquía, nocividad e inmoralidad de todas las medidas, decretos y leyes del coronavirus. La mayoría de jueces son honestos y conscientes, siguen la ley, porque de lo contrario en este país habría gobernado durante mucho tiempo una dictadura abierta, que quiere construirse cada vez más visiblemente, mediante argumentos pseudocientíficos y refutados de la virología y la medicina.

Por favor, al hacerlo tened en cuenta lo siguiente: La mayoría de la población cree en la existencia y el efecto de los virus causantes de enfermedades, y en el efecto positivo de las vacunas. Para decirlo de forma drástica: los que creen en el cáncer como efecto de un principio de maldad mal entendido, también creen en las metástasis, y creen en las «metástasis voladoras», también conocidas como ‘virus’. El sufrimiento experimentado directa e indirectamente por casi todos los seres humanos, con las consecuencias negativas de los diagnósticos de cáncer y sus graves tratamientos, cala hondo y tiene efecto.

Por favor, tened en cuenta que solo este sufrimiento, experimentado directa e indirectamente, ha creado y reforzado el sentimiento y la certeza en la gente de que existen enfermedades y virus peligrosos y mortales. Obsérvese que de éstas y otras experiencias puede resultar la opinión de que ‘solo nuestro Estado y sus especialistas son capaces de tratar con él’, y se les permite hacerlo. Así evitarás que tus acciones tengan el efecto contrario. Esto es especialmente importante cuando se trata de médicos, a los que todos necesitamos.

Por ejemplo, yo le explico a cada persona que se lo cuestiona que existe un sistema de conocimiento mejor que explica científicamente (en sentido positivo) los procesos que conducen a la enfermedad y a la curación, que se pueden producir crisis de curación, y que los obstáculos a la curación pueden ejercer su efecto. Sin embargo, para poder aceptar este nuevo punto de vista, a menudo el requisito previo es que se reconozca como desmentido el sistema anterior explicado, basado en la teoría celular.

La crisis del coronavirus es una oportunidad única, y un claro llamamiento a defender la vida y los tres ideales universales de la humanidad: libertad, igualdad y fraternidad, es decir, la estructura social triple de las comunidades humanas. (Véase el artículo de este número de WissenschafftPlus del 4/2020, «Die soziale Dreigliederung» – El tripartito social).
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La información de la fuente de este artículo se puede encontrar en: «Interpretación errónea de los virus, parte I» en la revista WissenschafftPlus No. 1/2020 «Interpretación errónea de los virus, parte II» en la revista WissenschafftPlus No. 2/2020. Este artículo y el artículo «Desarrollo de la medicina y la humanidad – ¿cómo sigue?» en la revista WissenschafftPlus No. 6/2015, se puede encontrar de forma gratuita en Internet www.wissenschafftplus.de, y aquí «Textos importantes: «Introducción a una nueva forma de ver la vida, parte I a III. Se encuentra en los números 1, 2 y 3 de 2019 de Wissenschafft Plus. Este artículo se ha reproducido en nuestro libro «Coronavirus: ¿más caos u oportunidad para todos? Véase la reseña del libro en la página 46 de este número de w+.
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Material complementario: • Proyecto Immanuel – en español – resumiendo estos puntos: https://www.youtube.com/watch?v=QIIr1LcMydg&feature=emb_logohttps://loveotv.com/watch/el-teatro-plandemico-dr-stefan-lanka_a8gyQ4NzbgJsbTD.html

Fuente: https://seryactuar.org/2021/02/13/los-virologos-que-afirman-que-hay-virus-patogenos-son-estafadores-cientificos/


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