¿Qué contiene el “arsenal de aditivos” presente en todos los platos? “Sabor sintético”, “aromas artificiales”, “difosfato”… La lista de ingredientes etiquetados en los productos alimenticios incluye decenas de sustancias, que a veces son casi imposibles de identificar. El fenómeno preocupa a las asociaciones de consumidores ya la profesión médica. Pero sus virtudes económicas (en promedio, los aditivos pueden reducir los costos de producción en un 50%) les garantizan un lugar de elección entre los fabricantes de alimentos. Además de las 400 sustancias autorizadas por la legislación europea, existen varios miles de aditivos. No es obligatorio declarar su uso, y menos establecer sus posibles efectos inducidos… y potencialmente nocivos.
A este cóctel de productos se suman suplementos vitamínicos o de azúcar. En Europa, las consecuencias para la salud de este tipo de adiciones ya se han establecido en varias ocasiones. Consumidas en exceso, las vitaminas pueden producir el efecto contrario al esperado. También se han multiplicado los estudios que informan sobre el aumento del sobrepeso en niños pequeños. Finalmente, los efectos de los plaguicidas y sus posibles riesgos toxicológicos son cada vez más preocupantes. Sin embargo, estas conclusiones no son suficientes para frenar un sistema apoyado por lobbies y parte de la clase política.
Si las potencias europeas se empeñan en comprobar la veracidad de las campañas publicitarias realizadas por los industriales, que suelen vender las bondades de sus productos sin fundamentos científicos, los procesos son lentos y los avances irrisorios. Las iniciativas destinadas a informar mejor al consumidor sobre la composición de los productos han permanecido durante mucho tiempo en letra muerta. Dentro del documental, los gigantes del sector (Danone, Nestlé…) se niegan a declarar, así como una asociación de la industria alimentaria.
Polvos y pócimas… Si es víctima de esta industria, el consumidor difícilmente puede escapar de ella. La elección de la agricultura ecológica, un etiquetado más claro y una mayor voluntad política pueden ser sinónimo de progreso.