La empatía con la pareja se asoció positivamente con la tolerancia al dolor e inversamente con la experiencia del dolor sensorial. La mera presencia de la pareja puede reducir el dolor, según una investigación de la Universidad de Baleares.
Investigadores de la Universidad de las Islas Baleares y la Universidad de Ciencias de la Salud, Informática y Tecnología Médica (UMIT), en Austria, han confirmado los efectos analgésicos del hecho de tener pareja, incluso sin que se produzca contacto verbal o físico.
Para la investigación, publicada en la revista ‘Scandinavian Journal of Pain’, los científicos Stefan Duschek, Lena Nassauer, Casandra I. Montoro, Angela Bair y Pedro Montoya evaluaron la sensibilidad al dolor por presión en 48 parejas heterosexuales con una edad media de 25 años y una duración media de la relación de 3 años. En cada uno de ellos se evaluó su percepción del dolor tanto solos como en presencia pasiva de su pareja.
En presencia de la pareja, en comparación con la ausencia de la misma, tanto hombres como mujeres exhibieron umbrales de dolor y tolerancia más altos, así como calificaciones de dolor sensorial y afectivo más bajas en estímulos de presión constante. La empatía con la pareja se asoció positivamente con la tolerancia al dolor e inversamente con la experiencia del dolor sensorial.
«Se ha demostrado que hablar y tocar repetidamente reducen el dolor, pero nuestra investigación muestra que incluso la presencia pasiva de una pareja romántica puede reducirlo y que la empatía de la pareja puede amortiguar la angustia afectiva durante la exposición al dolor», destaca el profesor Stefan Duschek de UMIT.
Las interacciones observadas indican, según los autores, que los participantes cuyas parejas informaron una mayor empatía presentaron un mayor aumento de la tolerancia al dolor y una mayor reducción del dolor sensorial durante la presencia de la pareja.
«Es importante destacar que, en nuestro estudio, la empatía con la pareja se relacionó con la percepción del dolor, a pesar de que la interacción se limitó al contacto visual y los participantes no recibieron comentarios de apoyo directo -puntualizan-. Se puede argumentar que la experiencia cotidiana con un compañero altamente empático conduce a una expectativa general de su compasión y apoyo emocional en situaciones amenazantes y, como tal, la sola presencia de la pareja puede reducir la angustia y la sensibilidad al dolor».
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