De plantas e insectos se extraen hermosos colores naturales, cuya elaboración viene desde la época prehispánica.
Como todo lo creado por el hombre lleva un significado, la creación de tinturas en todas las civilizaciones guardó una estrecha relación con su simbolismo. Siendo parte imprescindible de la percepción del humano el color, a partir de este ha diferenciado mucho de lo que puede percibir de la realidad.
Los colores, más allá de las figuras o signos, fueron en sí uno de los primeros símbolos, a los que las sociedades confirieron distintos significados. En el mundo prehispánico no fue la excepeción. Para los nahuas (cultura a la que también perteneces de algún modo los mexicas), por ejemplo, los colores guardaban una importante asociación con los dioses, y su vocablos de hecho, comenzaban muy similar para hacer esta relación evidente:
Para el azul o verde se empleó el vocablo xiuhtic. Este se desprende de Xiuhtecutli, el dios más antiguo e importante de la cultura nahua, el dios del fuego: el Señor Azul.
Sobre los cuatro ejes cardinales, el rojo simbolizaba al este, a Tezcatiploca, y significaba: resurrección, fertilidad, juventud y luz. El negro simbolizaba al norte, Tezcatlipoca, noche, oscuridad, frío, sequía y muerte. El blanco al oeste, a Quetzalcóatl, al nacimiento y decadencia, misterio del origen y del fin, antigüedad y enfermedad. El azul, por su parte, al sur, Hutizilopochtli, luz, calor y fuego, clima tropical.
Así, los colores fueron imprescindibles, y su elaboración estuvo estrechamente vinculado a la naturaleza. Los hombres extraían las tonalidades de plantas e insectos, en procesos artesanales sofisticadísimos que aún hoy se conservan en zonas como en Teotitlán del Valle, Oaxaca (lugar famoso por la extraordinaria elaboración artística de sus tapetes, de diseños increíbles, además).
Compartimos algunos materiales naturales de donde se extraen milenariamente los pigmentos en México:
Añil o tlacehuilli (Indigofera suffructicosa)
Se trata de un azul intenso, bellísimo, extraído (macerando en agua los tallos y las hojas) de la Indigofera suffructicosa. Tiene el tlacehuilli la fama de ser el pigmento azul más fino que procede del continente americano, y es semejante al añil del Viejo Mundo.
Grana cochinilla (Dactylopius coccus)
Se trata del insecto-parásito del nopal. Se deseca el cuerpo de la cochinilla hembra y se obtiene el ácido cármico (colorante rojo). De ella (su nombre más común es simplemente grana) se obtiene el tono rojo más intenso, y con llegada de la lana por parte de los españoles su uso creció potencialmente, ya que su capacidad para adherirse a este material es excepcional. Su obtención es altamente artesanal. Por un lado se hace la cría de los insectos, lenta, que requiere paciencia. Hoy, aún se cultiva en Santa Ana del Valle y en Teotitlán del Valle, Oaxaca, por ejemplo, y de un kilo de grana es posible extraer hasta 5 litros de colorante rojo cadmio.
Achiote (Bixa orellana)
Este árbol da una semilla con el mismo nombre. De estas semillas, de color rojo amarillento, se extrae el pigmento. Estas se muelen o se remojan en agua caliente, aunque en tiempos prehispánicos se echaban en agua moderadamente fría para conseguir un color escarlata. Luego se formaban pastillas. Los granos maduros se arrojaban en agua caliente, y cuando se asentaba la cocción se forma una pasta. Del pigmento del achiote se consiguen tonos rojizos y rojizos amarillentos.
Palo de Campeche (Haematoxylum campechianum)
Endémico de la Península de Yucatán, especialmente de Campeche, este vegetal fue apreciadísimo por los mayas. De su tronco se extraía, haciendo una mezcla con sulfato de hierro, un color rojo-tinto elegantísimo. En la época de la conquista, fue tan preciado que provocó el asedio de piratas ávidos por lucrar con su tráfico a Europa y otros lugares.
Xochipal, suchipal (Cosmos sulphureus)
Esta flor que tiñe, según los informantes de Sahagún, produce un amarillo fino, aunque también de ella pueden sustraerse rojos o anaranjadas. Esta flor se cocía en agua agregándole nitro, se le exprime, y luego de le cuela.
Tláhuitl
Se trata de una especie de tierra amarilla que puesta al fuego tomaba un color rojo. Era empleada para colorear sobre todo las paredes al interior y pisos de las casas.
Flores de la Commelina, yerba del pollo o matlalítztic o matlalxóchitl (Commelina erecta)
De ella, de sus hermosas flores azules, se extre este tono, como un azul cielo metálico y hermoso.
Muicle o mohuitli (Justicia spicigera schlect – Justicia spicigera schdl)
Hoy su nombre más común es muicle pero sus acepciones son muy diversas como mozote, mohintli, añil de piedra, micle, mohuite, mouait, muu, o para los mayas, cruz k ‘aax. Se trata de un arbusto que da flores rojas; de este se extrae un azul para teñir telas, muy usado en Oaxaca.
El zacatlascal o zacatlaxcalli (Cuscuta tinctorea)
De ella se extraía el amarillo y el rojizo. Se trata de una planta parásita, que trepa, muy similar al zacate.
El heno o musgo cuapascle
Este se forma en el árbol quappachtli. De ahí es posible generar el color moreno oscuro o  un amarillento oscuro. Cuando se le agregaba un barro llamado palli, surge un color leonado, semejante al café.
Texotlalli, tejotlate o texotli
En la época prehispánica era muy famosa. Se trata de un tipo de tierra de Michoacán, la cual se hacía polvo y es de color azul, los purépecha la usaban mucho. Se mezclaba con aceite de chía y xicáltetl para hacer la tintura.
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