La etiqueta de la marca Navidul Cuatro Estaciones, de Campofrío, escondía que sus jamones se fabrican con cerdos sacrificados en Polonia, Hungría y Alemania
La población porcina en España superó las 50 millones de cabezas en 2018, cuando por primera vez había más cerdos que personas. Pero millones de los productos derivados de este animal que se venden en el país no son de origen español, y sus fabricantes lo ocultan a los consumidores. Navidul, una empresa del grupo Campofrío, también tira de esta estrategia, y lo hace con el que cataloga como «el jamón curado más vendido en nuestro país».
Reconocida por, entre otras cosas, su campaña publicitaria en la que Bertín Osborne compra Navidul «porque yo, con el jamón, no me la juego», la popular marca tiene a la venta jamones curados elaborados con cerdos provenientes de mataderos de países como Polonia, Hungría y Alemania, sin que el detalle del origen de la materia prima se explicite en el etiquetado. Así consta en jamones disponibles en los supermercados Alcampo.
Fuentes del sector consultados por este medio han explicado que –al igual que hizo la cuestionada empresa Comapa con varias marcas de jamones que recientemente ha decidido dejar de comercializar– la marca de Campofrio Food Group infringe preceptos de varios reglamentos comunitarios al ocultar la procedencia de la materia prima con la que produce el jamón curado Cuatro Estaciones.
No obstante, el registro sanitario de los mataderos (difícilmente reconocible para un consumidor completamente desinformado) desvela esta información.
Los jamones Navidul, producidos con cerdos de otros países, se venden al menos en Alcampo, a un precio de 68 euros la pieza
Los supermercados Alcampo en los que se han encontrado estos jamones los venden a un precio de 68 euros la pieza de unos 7 kilogramos. La web de Navidul lo vende por 79 euros la pieza y afirma que se trata del «jamón curado más vendido» en España. La página también dice que «la materia prima y el tiempo de curación son factores clave que influyen en el sabor» del jamón Cuatro Estaciones de la marca.
Navidul cataloga el Cuatro Estaciones como un jamón serrano y su logotipo de imagen de marca con el dibujo de una encina –aunado a las múltiples referencias a Extremadura en su web y en otras de sus marcas– puede dar la sensación, en la mente de los consumidores, de ser un producto amparado por la denominación de origen protegido (DOP) Dehesa de Extremadura, cuando en realidad su proceso de curación se lleva a cabo en Burgos (Castilla y León), como indica la matrícula sanitaria acuñada en sus piezas.
Navidul Cuatro Estaciones: jamón polaco, húngaro o alemán
Economía Digital ha dado cuenta en las últimas semanas de la invasión del cerdo polaco disfrazado de jamón español, a la luz de las marcas Trevedul y Sierra Alpujarra –ambas distribuidas por la cárnica Comapa en cadenas como Carrefour, Consum y Ahorramas, entre otras–, que se fabrican con materia prima importada de Polonia. Este tipo de jamón polaco ha sido denunciado en dos ocasiones por Facua-Consumidores en Acción, que reclama que las compañías sean más transparentes en las etiquetas de sus productos.
A esta tendencia en el sector del jamón se suma ahora el grupo alimentario Campofrío, el segundo más grande de España por facturación, con ventas que superaron los 2.000 millones de euros en 2018. Su marca comercial Navidul Cuatro Estaciones amplía el mapa de importaciones, añadiendo a Hungría y Alemania, además de Polonia, a la lista. La exclusión de este dato en el etiquetado supone la violación de al menos dos reglamentos.
Por ejemplo, el Reglamento 1169/2011 de la Unión Europea (UE) indica en su artículo 7.1 (apartado A) que «la información alimentaria no inducirá a error» sobre «las características del alimento y, en particular, sobre la naturaleza, identidad, cualidades, composición, cantidad, duración, país de origen o lugar de procedencia, y modo de fabricación o de obtención».
Navidul viola al menos dos reglamentos europeos con la venta de jamones procedentes de Polonia, Hungría y Alemania
Además, el mismo reglamento en el artículo 9 del capítulo VI cataloga como información alimentaria obligatoria «el país de origen o lugar de procedencia». Asimismo, el artículo 26 en su apartado número 2 recoge que «la indicación del país de origen (…) será obligatoria» cuando «su omisión pudiera inducir a error al consumidor», «en particular si la información» pudiera «insinuar que el alimento tiene un país de origen» diferente.
Del mismo modo, el artículo 16 del Reglamento Comunitario (CE) Nº 178/2002 indica que «el etiquetado, la publicidad y la presentación de los alimentos o los piensos, incluidos su forma, apariencia o envasado, los materiales de envasado utilizados, la forma en que se disponen los alimentos o los piensos y el lugar en el que se muestran (…), no deberán inducir a error a los consumidores».
Las denuncias contra las marcas engañosas de Comapa han citado estos mismos reglamentos, y Facua ha añadido en alguna ocasión que el Real Decreto 474/2014 en su artículo 23 recoge que «la marca comercial o razón social no contendrá indicaciones gráficas o escritas que puedan confundir al consumidor en cuanto a la naturaleza del producto, su calidad, categoría o denominación», algo que también se puede aplicar/extrapolar al logotipo de imagen de marca (encina) que utiliza Navidul en todos sus etiquetados para jamones que no provienen de cerdos alimentados en la dehesa con bellotas.
En declaraciones a Economía Digital, la empresa dijo: «En Navidul cumplimos estrictamente con todas las normativas vigentes relativas tanto al etiquetado como a la identificación de la procedencia de nuestros productos, con el firme compromiso de asegurar siempre una correcta información a nuestros consumidores, en sintonía con lo establecido por la Administración y con las instituciones de referencia en nuestro sector».
La compañía de Campofrío añadió: «Asimismo, cumplimos con rigurosas auditorías, tanto internas como externas, realizadas por certificadoras independientes de reconocido prestigio (AENOR), a las que nos sometemos un mínimo de veinte veces al año y que incluyen, como uno de sus puntos principales, la revisión escrupulosa del cumplimiento de las normativas vigentes de etiquetado».
El fraude del jamón polaco y el temor a la peste porcina africana
El sector del jamón cada vez mira con más preocupación la entrada masiva de cerdos sacrificados en países como Polonia, no solo porque afloran dudas sobre qué está sucediendo con los millones de porcinos que cada año se crían y engordan en España, sino también por los «dudosos controles de calidad sanitaria» de los lugares de procedencia de la materia prima de estos jamones. También advierten de que Polonia es uno de los países de la Unión Europea que más positivos de peste porcina africana está declarando.
Muchos jamoneros tampoco olvidan que el pasado mes de febrero se informó de que Polonia exportó alrededor de 2.500 toneladas de carne de animales enfermos –no aptos para el consumo humano– y que parte de esa carne recaló en varios países europeos, entre ellos sin autorización sanitaria a países europeos como España, según reconoció la propia inspección veterinaria polaca. Este fraude sanitario se demostró y la alerta se activó tras la publicación de un vídeo grabado con cámara oculta en las instalaciones del matadero implicado.
La presunta carencia de controles sanitarios en Polonia y sus recientes problemas a causa de la peste porcina africana (PPA) también encienden las alarmas del sector, máxime cuando se ve que muchos de los jamones que se venden en los supermercados españoles provienen de allí. Polonia es uno de los 20 países con más brotes en curso de la PPA, según un informe de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y cuyo contagio es altamente factible a través de los camiones de transporte que no apliquen unas extremas medidas de limpieza y desinfección tras cada traslado.
La Organización Mundial de Sanidad Animal sitúa a Polonia entre los 20 países con brotes activos de peste porcina
En enero de este año, Polonia se vio obligada a sacrificar 200.000 jabalíes para evitar el avance de la PPA, pues según el Ministerio de Medio Ambiente y Agricultura de ese país, estos animales transmiten el virus y, a menudo, se acercan a explotaciones agropecuarias, incluidas las granjas porcinas, lo que supone un grandísimo riesgo de propagación de la enfermedad, cuya consecuencia inmediata es el sacrificio de miles de animales de manera inmediata.
Por esta razón, Estados Unidos suspendió durante varios meses la importación de carne de cerdo desde Polonia. Además, en junio pasado, desde la industria cárnica neozelandesa se lanzaron fuertes críticas ante la importación de cerdos polacos después de que se informara de la presencia de un brote de PPA que había afectado a más de 8.000 cerdos en una de sus granjas.
Fuentes del sector porcino español han transmitido a este medio su especial preocupación por este asunto, añadiendo que un brote de esta enfermedad en España pondría en riesgo miles, sino millones, de los cerdos que hacen del país el segundo mayor productor porcino de Europa y el cuarto del mundo.
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