Los venenos blancos que consumes a diario

Para la industria agroalimentaria blanco es sinónimo de refinado, y en este artículo te explicamos los alimentos refinados que consumimos a diario. El mundo está tan industrializado que parece que lo que menos importa es consumir alimentos saludables. Esos que realmente aportan los nutrientes, minerales y proteínas necesarios para el organismo

Hemos crecido comiendo y bebiendo productos que son tóxicos para el cuerpo. Una especie de venenos que entran en nuestras vidas enmascarados, como si no fueran perjudiciales.

 

Pero, en realidad, pueden causar enfermedades en el futuro como hipertensión arterial, diabetes, asma, obesidad, cáncer, etcétera. Lo curioso es que estos venenos disfrazados tienen algo en común: el color. El combo agresivo que millones de personas consumen en todo el mundo es de color blanco. Tiene la misma potencia que una droga para atacar la salud, y ni siquiera nos damos cuenta.

 

Azúcar blanca

El azúcar blanca no se puede considerar como un alimento, ya que es una sustancia química pura, extraída de fuentes vegetales como la caña de azúcar o la remolacha, a las cuales se les extrae el jugo eliminando toda la fibra y las proteínas que forman el 90% de dichas plantas. Para dejar limpio el líquido que contiene el azúcar, se añade cal viva y es ahí donde esa reacción alcalina mata casi todas las vitaminas, luego se añade dióxido de carbono para acelerar la cal, este líquido azucarado pasa por tubos que lo separan de las impurezas.
 
Luego viene otro tratamiento con sulfato de calcio y ácido sulfúrico para decolorar y dejar casi blanco. El azúcar refinada no tiene proteínas, ni vitaminas, no tiene minerales no tiene enzimas, no tiene microelementos, no tiene fibra, no tiene grasas y no es de ningún beneficio en la alimentación humana. No es buena porque no aporta ningún nutriente, aporta energía, pero nada más. Esta se conforma de glucosa y fructuosa. El problema es la manera en que la consumimos, porque las frutas y verduras, por sí mismas, ya contienen azúcar.
 
Los azúcares refinados son causantes de obesidad, de un desequilibrio nutritivo, caries y más. Los edulcorantes químicos también son dañinos, pues aumentan el riesgo de cáncer, como el aspartame, la sacarina y ciclamatos, que podemos encontrar en productos como el refresco light.
 
Cada vez que ingieres azúcar de manera desenfrenada lo único que haces es perjudicar a tu organismo. Y no se trata solo del aumento de calorías. Existe una mayor posibilidad de padecer diferentes problemas como acné, riesgo cardiovascular por los altos triglicérido, obesidad, caries y cáncer. De hecho, de acuerdo con un estudio publicado en la revista Critical Reviews in Clinical Laboratory Sciences en el año 2016, el consumo de azúcar puede elevar los riesgos de enfermedades metabólicas y sobrepeso. Además, estos mismos efectos se han registrado en estudios previos.
 
El inconveniente es que muchas de las investigaciones se han visto limitadas por la falta de financiación. Además, el tema ha sido muy controversial, pues la industria ha financiado estudios cuyas conclusiones aseguran que no hay efectos adversos por el consumo de esta sustancia.
 

Arroz blanco

¿Qué prefieres arroz blanco o integral?
 
Durante años hemos creído que el arroz blanco es más sano y hasta permite que el organismo deseche lo que no necesita. Sin embargo, no es el mismo de hace un par de siglos. En la actualidad someten el grano integral a un proceso de refinación con fines industriales para quitarle el germen, dejando en su mayoría almidón. Esto provoca el aumento de glucosa en la sangre y riesgo de diabetes.
 
Consumir arroz blanco en exceso aumenta la glucosa en sangre. Además, el aporte nutricional que contiene se extrae en su elaboración. Los expertos proponen sustituirlo por arroz integral.
 
Según los investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, el arroz blanco causa aumentos bruscos en los niveles de glucosa en la sangre, lo cual es un riesgo de diabetes. Afirmaron que las personas que consumían más de cinco porciones de arroz a la semana tenían un 17% más de posibilidades de padecer diabetes que aquellos que solo consumían una porción al mes.
 
Aunque el arroz se ha consumido durante siglos en muchos países, fue sólo en el siglo 20 que comenzó a refinarse y consumirse como arroz blanco. Para producir el arroz blanco el grano integral es sometido a un proceso de refinado con el cual se le retira la capa exterior y el germen. Y básicamente lo que queda es el endospermo, que consiste principalmente de almidón. El estudio analizó los datos de tres grandes estudios llevados a cabo con cerca de 40.000 hombres y 157.500 mujeres sobre el consumo de arroz y el riesgo de diabetes. Los científicos descubrieron que quienes consumían cinco o más porciones de arroz blanco a la semana tenían 17% más riesgo de diabetes que quienes consumían menos de una porción al mes.
 
Desde el punto de vista de la salud pública, debería recomendarse el reemplazo de granos refinados como el arroz blanco por granos integrales, incluido el arroz integral para facilitar la prevención de la diabetes tipo 2.
 
 

Sal blanca

La industria decidió un día convertir la sal cristalina natural en simple cloruro sódico (la sal refinada de hoy), porque los científicos de la época afirmaron que los demás elementos que contenía (minerales esenciales y otros oligoelementos) eran innecesarios y bastaba el cloruro sódico para salar los alimentos. Desde entonces cualquier parecido entre la sal que ahora consumimos y la sal natural es inexistente.
 
De un alimento que era “oro puro” porque proporcionaba al ser humano todos los elementos necesarios para su subsistencia en la proporción exacta que el organismo necesita, se pasó a consumir un producto que es “veneno puro”, como bien saben los investigadores y médicos. A la toxicidad del cloruro sódico hay que añadir la del yodo y el flúor, minerales que hoy se agregan artificialmente a la sal. El yodo (tóxico cuando se sobrepasa el mínimo necesario) se añade porque se supone que mejora la función de la tiroides; y el flúor (uno de los elementos más radioactivos que existen) porque afirman que este veneno evita las caries.
 
Un sarcasmo. La sal cristalina natural, tanto la que procede del mar (sal marina) como de las montañas, contiene los 84 elementos que compone el cuerpo humano en su proporción exacta. Poca gente sabe que la composición de la sangre humana es prácticamente idéntica al agua salina del “mar primario”, es decir, una solución con la misma concentración de elementos que tenía el mar hace millones de años. La comida chatarra se encuentra llena de sal refinada, que aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, consumir este tipo de sal equivale entre 8 y 20 veces más que la que debiera comer.
 
Pues con la finalidad de que el sodio y el potasio encuentren un equilibrio, se debe consumir de 1,500 miligramos por día, pero si no se respeta, es cuando aparecen enfermedades referentes al corazón. La sal aumenta las posibilidades de padecer enfermedades cardiovasculares y su consumo en grandes aumenta el riesgo de presión alta. Además de no contener gran cantidad de nutrientes, los expertos recomiendan consumir sal de mar, ya que “tiene muchos más minerales naturales.”
 

Harina blanca

La harina refinada está presente en muchos de los productos alimenticios que consumimos cada día. Entre ellos, el pan. Pero cuanto más fina es la harina, menos vitaminas, fibras y minerales tiene. Y es que la harina blanca es almidón en estado puro. Para evitarla, es preferible consumir pan de centeno o integral.
 
Como se ilustra en The Daily Mail, con los años la calidad del pan se ha vuelto mucho peor en lugar de mejorar. En 1911, la sal, las grasas baratas, el alumbre, la cal en polvo y el blanqueador eran los ingredientes “malos” del pan. Actualmente, hay que lidiar con ingredientes nuevos que dañan la salud y que se pueden encontrar en la tienda en donde compra el pan. La harina blanca producida es casi puro almidón, y ahora contiene una pequeña fracción de los nutrientes del grano original. Además, los tratamientos químicos en el grano dan como resultado la formación de un subproducto llamado aloxano –un veneno utilizado en la industria de la investigación médica para producir diabetes en ratones sanos–. El aloxano causa diabetes al hacer girar enormes cantidades de radicales libres en la células pancreáticas beta, destruyéndolas. Las células beta son las células primarias de las zonas del páncreas llamadas islotes de Langerhans y producen insulina; así que si son destruidas, se desarrolla la diabetes.
 
Teniendo en cuenta el rango epidémico de la diabetes y otras enfermedades crónicas, no es buena idea tener una toxina como esta en su pan, incluso si es en pequeñas cantidades.
 
Cuando más fina y blanca es la harina, menos fibra, vitaminas y minerales contiene. El pan blanco, el pan de salvado, los panes de bollería, no contienen vitaminas ni minerales, mientras que favorecen las caries, el cáncer, el colesterol y la diabetes. Los panes más recomendables son el pan de centeno y el pan integral.
 
 

Leche de origen animal y leche a base de soja

La leche de origen animal, especialmente la de vaca, puede provocar severas alergias e intolerancias. Además, en el proceso de pasteurización pierden parte de sus propiedades.
 
Por otra parte, determinados tipos de leche o productos lácteos tienen elevados niveles de grasas saturadas. Estas grasas disparan los niveles de colesterol y son, por tanto, un riesgo para la salud cardiovascular.
 
Incluso, algunos estudios señalan que el consumo de elevadas cantidades de leche podría provocar envejecimiento prematuro a causa de la galactosa, uno de los azúcares presentes en la leche. Y una de sus proteínas, la caseína, es inflamatoria y podría desencadenar problemas crónicos.
 
En este caso, las alternativas pasan por las bebidas de origen vegetal, pero también hay que tener cuidado. Una de las más populares es la de soja, pero para que esta sea buena para el organismo es necesario que pase por un proceso de fermentación adecuado.
 
El problema es que la mayoría de las industrias no venden leche vegetal orgánica, ya que la procesan con productos tóxicos. Entre ellos encontramos el hexanol, que, además de reducir las defensas del sistema inmunitario, puede desencadenar complicaciones como el cáncer de mama, deficiencia renal, aumento de estrés y ansiedad, y descontrol en el sistema nervioso. Lo grave es que no solo sucede con la leche, también afecta a otros sustitutos a base de soja como la carne o el queso. Lo recomendable es beber leche de soja 100% orgánica, y pensar que al menos el 78% de la soya es transgénica aunque este asunto lo abordaremos en otros artículos dedicados a los transgénicos.
 

Palomitas de maíz de microondas

¿Cómo hacen para que la grasa no se filtre?
 
A las palomitas se les agrega ácido perfluorooctanoico (PFOA) y sulfonato de perfluorooctano (PFOS).  Las personas los ingerimos en cada bolsa al ser calentadas.
 
Pero, ¿qué nos provocan? Alteran el sistema endocrino y las hormonas sexuales. Consumir este producto aumenta el riesgo de infertilidad, problemas de la tiroides, debilitamiento del sistema inmunitario, colesterol alto, y desarrollar tumores cancerígenos. El problema no es que no te aporten ninguna sustancia buena para el organismo, sino que se adhiere una carga tóxica en la sangre.
 
Para concluir, siempre es aconsejable conocer bien lo que comemos y distinguir esos alimentos que pueden convertirse en auténticos venenos. En tu mano está reducir su consumo o incluso eliminarlos de la dieta.
 

¡Tú decides!


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