Las jarras purificadoras de agua no pasan el filtro
La principal conclusión que extraemos del análisis de nueve jarras purificadoras es demoledora: o no hacen nada o empeoran la calidad del agua del grifo. Solo una de ellas es aceptable.
Resultados decepcionantes
La calidad del agua del grifo varía notablemente en las distintas regiones españolas, y en algunas de ellas, aunque es apta para el consumo, presenta una excesiva dureza e incluso mal sabor.
Se proponen muchas soluciones para lograr un agua más equilibrada, y una de ellas son las jarras purificadoras, fabricadas con el único objetivo de mejorar el agua corriente.
Para ello, hemos probado nueve modelos de estas jarras, que hemos llenado de agua del grifo a la que hemos añadido hasta niveles cercanos al límite legal todo tipo de sustancias de las que, en teoría, combaten estos aparatos, analizándose la composición del agua antes y después de echarla en la jarra. Los resultados son decepcionantes.
El agua, como estaba
Los modelos analizados son: JATA JH01, TEFAL Kiara, AUCHAN Alcampo, ARIETE Hidrogenia 130, modelo 2800, BRITA Marella, LAICA Stream Line, BIOCERA Anti-oxidant Alkaline, BRITA Elemaris y AQUALIS Star Lyf.
La operación se repitió hasta cuatro veces con la misma jarra: al estrenarse el cartucho filtrante (una vez desechadas las tres primeras jarras, como se recomienda), a los 15 días, al mes, que es cuando termina el plazo aconsejado de uso del cartucho; y una semana después de agotarse éste.
Los resultados son demoledores y la mayoría de las jarras analizadas no obtiene una buena nota: dejan el agua como estaba e incluso la empeoran.
Las jarras Biocera y Aqualis ni endurecen ni ablandan el agua, los dos modelos de Brita, Ariete y Auchan la ablandan más de la cuenta en los primeros filtrados y, por lo tanto, conviene desecharlos.
En cuanto a la eliminación del arsénico y de algunos metales (aluminio, cromo, plomo y níquel), hay jarras que actúan bien contra algunos de ellos, pero que son ineficaces con los otros. La jarra Aucham, por ejemplo, se lleva por delante la mayor parte del plomo y del níquel, pero deja pasar casi todo el arsénico.
Donde más destacan las jarras es en el filtrado de moléculas orgánicas, como las de los disolventes, que llegan al agua a partir de los vertidos industriales, o los trihalometanos, que se forman al combinarse materia orgánica y cloro. Algunos modelos restan un pequeño porcentaje, pero otros, como Auchan o Brita Elemaris retiran el 90% de estas sustancias, a menudo responsables de los malos olores y sabores.
Frente a los nitratos, provenientes casi siempre de los abonos agrícolas, los resultados decepcionan. Pero lo peor es que algunos modelos liberan una sustancia ausente del agua del grifo, el amonio, que proviene de los compuestos que se forman al esterilizar el filtro de fábrica. No es tóxico, pero se puede descomponer en nitritos y nitratos, sustancias perjudiciales para la salud, sobre todo en los niños.
En cuanto a la calidad higiénica del agua, la carga de microbios crece según el filtro envejece, sin llegar a niveles peligroso, ni siquiera cuando se incumple el consejo de guardar la jarra en la nevera.
Las nueve jarras analizadas se ofertan como remedio para mejorar el agua del grifo, pero ninguna de ellas obtiene un resultado lo suficientemente bueno como para llevarse nuestros galardones de Mejor Análisis o de Compra Maestra.
Si pese a ello sigues dispuesto a comprar una de estas jarras, la mejor opción es el modelo Jata JH012, que es la que mejor funciona y tiene un coste asequible (65 euros al año).
Lo mejor es evitar las jarras no recomendadas, que o bien dejan al agua como estaba o bien liberan amonio, un compuesto que no está en el agua del grifo.
El agua del grifo es potable en toda España, lo que no significa que su sabor sea siempre agradable. Las jarras depuradoras podrían ser útiles como una solución temporal en los lugares donde la Administración aún debe hacer esfuerzos por mejorar la calidad del agua.
De hecho, estas jarras son capaces de modificar la composición del agua. El problema es que no están lo bastante perfeccionadas a incluso en ocasiones dan lugar a un agua peor de la que pretendíamos purificar.
Resulta inaceptable que no exista una normativa que obligue a los fabricantes a garantizar buenos resultados. Desde la OCU pedimos que esa normativa se cree ya, pues el vacío legal repercute en perjuicio de los consumidores.
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