Bacterias potencialmente patógenas se pasan horas cada día ‘cociéndose’ en los utensilios de limpieza húmedos. Según un estudio, hay más en un estropajo que en un inodoro
Hay dos conceptos en la teoría totalmente diferentes, pero que en la práctica es muy fácil confundirlos: no es lo mismo que algo esté limpio a que lo parezca. El ejemplo más importante y en el que nos vamos a centrar hoy es la encimera de nuestra cocina. Sobre ella destaca solo un tipo de suciedad, pero que no lo veamos no significa que no esté ahí.
El agua
Tal vez sea suficiente como para llevarse restos insignificantes de suciedad de nuestro cuerpo durante una ducha, pero sabemos que echarle un buen chorro del líquido elemento a nuestras axilas en un día caluroso de verano, después de haber practicado deporte, no arreglará absolutamente nada. Seguiremos apestando por litros y litros que le echemos. Algo similar ocurre con las encimeras de nuestras cocinas.
Podemos ‘mojar y secar’ con la esperanza de que el agua se lo lleve todo. En parte no estamos equivocados, que algo parezca más limpio que antes suele significar que está más impoluto, pero no lo suficiente. El agua, al ser un disolvente polar, es capaz de diluir todas las sustancias polares (como la sal y el azúcar), pero no es capaz de disolver sustancias apolares. Esta es la razón principal por la que el aceite y el agua se mantienen separados.
Si hemos derramado esta sustancia en la encimera, echarle agua solo se llevará por delante algunas de las moléculas de forma mecánica, nada más.
El trapo
Su función es mecánica más que otra cosa. Si se humedece, la superficie de contacto con la encimera (y por tanto con la suciedad) es total. Esto no significa que sea capaz de llevarse todo lo que toca, pero sí la inmensa mayoría. Esto suena muy bien, pero tiene una gran debilidad. Si nos fijamos, tras pasar un trapo sobre una encimera seca, es inevitable ver que deja un rastro de agua que cubre la encimera y este es el gran problema.
Es un líquido que ha estado durante horas ‘cociéndose’ a temperatura ambiente, sirviendo como caldo de cultivo para organismos potencialmente patógenos que pueden poner en un compromiso nuestra salud. En un estudio publicado por Massimiliano Cardinale, Dominik Kaiser, Tillmann Lueders, Sylvia Schnell y Markus Egert, de la Universidad de Furtwangen y del Centro Alemán de Investigación para la Salud Ambiental, descubrieron que había más bacterias patógenas en un estropajo de cocina que en un inodoro típico. De hecho, 5 de las 10 bacterias más comunes resultaron ser «potencialmente patógenas», vamos, peligrosas para nosotros.
No es de extrañar si tenemos en cuenta que tanto estropajos como bayetas están diseñadas para absorber todo el líquido que puedan. Así limpian. Con ese proceso, lo que también consiguen es atrapar material orgánico capaz de pudrirse y hacer crecer una colonia de bacterias.
Cómo podemos evitarlo
Para limpiar bien sin poner en riesgo la salubridad de nuestra encimera u otro menaje del hogar, deberemos, en la medida de lo posible, usar productos diseñados con ese fin (capaces de atrapar las grasas en su interior) para después volver a limpiar con agua la encimera (y eliminar así los rastros de los disolventes químicos).
Para luchar contra el amasijo de bacterias que resultan ser los estropajos y bayetas, lo ideal es usar uno nuevo cada día. Pero ni somos tan previsores ni podemos dejarnos una auténtica fortuna en mantener armarios llenos de estos objetos. Por ello hay ciertas recomendaciones que pueden alargar su vida útil:
Hervir los trapos. Si los dejamos el tiempo suficiente en una olla con un minúsculo chorro de lejía, podremos eliminar el 99,9% de los gérmenes. El problema que presenta esta solución es que este ‘shock térmico’ tan prolongado acorta la vida de estos productos. Pero al menos estarán limpios.
Utilizar papel. Para fregar los platos esto no será una opción válida, pero el papel de cocina para limpiar encimeras o vitrocerámicas es una opción asequible y que, además, nos asegura mantener limpias todas las superficies de nuestra cocina. Una ventaja, sin duda.
Limpiar el horno
¿Quieres saber una forma sencilla para limpiar el horno? Combina bicarbonato de sodio con agua para formar una pasta. Evita las superficies de metal al descubierto y las resistencias. Deja reposar durante la noche. Usa una espátula de plástico para quitar la pasta, mojando un poco si fuera necesario, por último enjuagar con agua.
Limpia y desatasca el desagüe del fregadero
Echa por el sumidero de tres a cuatro cucharadas de bicarbonato sódico. Después, pon a hervir agua con vinagre, y échalo por el desagüe. Deja actuar 5 minutos y después abre el grifo y deja que fluya agua por el desagüe. De este modo limpiarás y desatascarás de forma muy efectiva el fregadero, ¡y sin gastar un duro en productos químicos!
Buen olor en el desagüe del fregadero
Tras haber realizado el truco anterior, para que el buen olor del desagüe dure mucho tiempo, congela cáscaras de limón con vinagre, y dos veces a la semanas echa el cubito de hielo por el desagüe. Es una forma ecológica de mantener el buen olor en el desagüe del fregadero. Recordad que el limón también lo podéis usar para otras muchas cosas, como vimos en este post.
Limpieza de la nevera
Usar detergentes o jabones para limpiar la nevera por dentro no es nada bueno, pues pueden quedar restos y se pueden trasladar a los alimentos, con riesgos para la salud. Para limpiar la nevera por dentro de una forma más natural y sin riesgo, calienta agua, y vierte bicarbonato dentro. Ahora, puedes empapar una balleta y limpiar tranquilamente la nevera por dentro.
La batidora limpia en 10 segundos
Para limpiar una batidora en muy pocos segundos, tan solo vierte una gotita de lavavajillas, llena de agua, y ponla en marcha. Tras esto, basta con aclarar bajo el grifo como si lo hubiéramos fregado a mano y quedará como nueva.
Limpia objetos de bronce, aluminio y acero inoxidable
El cremor tártaro se convierte fácilmente en un agente de limpieza muy efectivo al mezclarlo con otro ácido, como el vinagre. Con la pasta que se forma, puedes frotar objetos como cacerolas o sartenes o cubiertos de plata, que quedarán como el primer día.
Limpiar el lavavajillas
Aunque parezca mentira, el lavavajillas hay que limpiarlo por dentro de vez en cuando, ya que lavado tras lavado va cogiendo olores y van quedando microorganismos que deben ser eliminados. Una forma muy sencilla para limpiar el lavavajillas, es vertiendo dentro del mismo media taza de vinagre blanco. Tras ello, ponemos a funcionar el lavavajillas a máxima temperatura durante un ciclo completo. El vinagre da brillo a los la vajilla, pero a su vez tiene propiedades antisépticas. ¡Nuestro lavavajillas quedará como los chorros del oro!
Azulejos
Lo mejor es mezclar media taza de bicarbonato de sodio, un cuarto de taza de vinagre blanco y seis tazas de agua.
Podéis usar una botella con pulverizador para aplicar la mezcla de forma sencilla. Recordad que los azulejos deben limpiarse de arriba abajo con productos diluidos en agua. Las paredes cubiertas en su totalidad con este revestimiento requieren de un cuidado mensual para evitar que se acumule la sociedad. La zona que se encuentra al lado del fogón o de la vitrocerámica, se debe limpiar diariamente debido a la grasa.
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