La disonancia cognitiva y la psicología social
Publicado de Joan Carles López & Vicente Lacorzana en Psicología · 27 Agosto 2020
Tags: autoengaño, disonancia, cognitiva, psicología, pensar, conducta, ideas, contradicción, creencias, hechos
Tags: autoengaño, disonancia, cognitiva, psicología, pensar, conducta, ideas, contradicción, creencias, hechos
¿Has experimentado la sensación de pensar una cosa y hacer otra, sin darte cuenta de que mantienes dos ideas incompatibles?, ¿te generan estas situaciones tensión o malestar? Esta sensación que experimentas tiene un nombre, se llama disonancia cognitiva.
En psicología, la disonancia cognitiva se conoce como la tensión o incomodidad que percibimos cuando mantenemos dos ideas contradictorias o incompatibles, o cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos.

Ahora bien, más allá de lo llamativo que nos puedan parecer estas situaciones hay un aspecto que debemos entender. La disonancia cognitiva puede ser a pesar de todo una oportunidad de crecimiento personal. Resolver esa incomodidad, esas contradicciones son un medio a la hora de invertir en salud mental.
LA DISONANCIA COGNITIVA Y LA PSICOLOGÍA SOCIAL
En 1957 se publicó una obra clave para la psicología social. Era “Theory of Cognitive Dissonance”, un trabajo excepcional realizado por el psicólogo Leon Festinger. En esta obra apareció por primera vez el término disonancia cognitiva, el cual venía a explicarnos cómo las personas intentamos mantener nuestra consistencia interna a pesar de las contradicciones entre actos y valores.

Ahora bien, el propio Festinger realizó un interesante estudio junto a su colega Merrill Carlsmith, donde demostraron algo no menos interesante: hay personas que llegan a aceptar la disonancia cognitiva. Lo hacen asumiendo su propia mentira o contradicción, dando por cierto que aquello que dicen o hacen con el fin de aplacar esa tensión interna.
¿QUÉ HACEMOS ANTE LA DISONANCIA COGNITIVA?
Cuando experimentamos tensión o incomodidad por la existencia de dos ideas incompatibles, trataremos de eliminarla o de evitar la situación e informaciones que puedan aumentarla. Es decir, intentaremos reducir la disonancia que experimentamos. Para reducirla podemos hacerlo de varias maneras como cambiar la conducta, alterar el ambiente o añadir nuevas informaciones y conocimientos. Así, podemos encontrar que casi todos hemos caído en disonancias cognitivas.
Por ejemplo, cuando no vamos al gimnasio aunque sea nuestro objetivo de la semana, comemos chocolate cuando estamos haciendo una dieta, deseamos algo y no lo podemos obtener, criticándolo y quitándole valor, nos fumamos un cigarro cuando nos lo ha prohibido el médico o cuando lo que acabamos de comprarnos no responde a nuestras expectativas.
En el caso de no ir al gimnasio, va en contra de nuestras creencias de “querer perder unos kilos” o “llevar una vida saludable”. Ya no fuimos al gimnasio, por lo tanto, ¿qué es más fácil, cambiar algo que hicimos en el pasado, un hábito o cambiar nuestras creencias?
La opción más fácil suele ser la última. Así que tenemos que añadir nuevas creencias, cambiar las que tenemos o quitar importancia a las creencias incompatibles para eliminar la incoherencia. “Ir al gimnasio es algo que se nota a largo plazo, no pasa nada porque no haya ido”, “por un día no se notara mucho”, “ya iré la semana que viene”.
Podemos cambiar las creencias de muchas maneras pero manteniendo nuestro objetivo final que sería dar más valor a la opción elegida, y restarlo a la alternativa no seleccionada. Y así sucede con el resto de los ejemplos.
PRIMERO ACTÚO, LUEGO JUSTIFICO MI ACTUACIÓN

Es importante señalar que la disonancia cognitiva solo se produce cuando los sujetos tienen libertad de elección al realizar la conducta. Si nos obligan a hacer algo en contra de nuestra voluntad, no se produce esta tensión. Aunque convencernos de que nos obligaron también puede servir como autojustificación para reducir el malestar.
PERO, ¿ES MALO QUE REDUZCAMOS LA DISONANCIA COGNITIVA?
En principio no, ya que es un mecanismo que utilizamos para nuestro bienestar. Lo importante es ser conscientes de cuándo lo utilizamos para no caer en el autoengaño. Por ejemplo en las rupturas de pareja, o en amores no correspondidos solemos justificarnos con frases como “ya sabía yo que no iba a funcionar”, “no merecía la pena”, “no era lo que me esperaba”, cuando por dentro sentimos dolor y nos cuesta admitirlo.
Incluso en personas que tienen baja autoestima también podemos observarlo, ya que son personas que se quieren poco a ellas mismas y se intentan mentir para esconder lo que consideran debilidades, creando corazas y máscaras que esconden lo que realmente sienten. ¿Y qué sucede? Pues que a las personas las tratan como piensan que son, es decir, según la cara que les muestren, en cambio en su interior se sienten incomprendidas. Por eso es muy importante, saber que estamos utilizando el mecanismo de la disonancia cognitiva, para no llegar al autoengaño, la crítica y la mentira.
APRENDEMOS DE VUESTRAS PREGUNTAS, SUGERENCIAS Y COMENTARIOS.
SI LA INFORMACIÓN OS RESULTA INTERESANTE COMPARTIR CON AMIGOS Y FAMILIA.
Todavía no hay reseñas.