Tras analizar 102 alimentos de origen marino, la Organización de Consumidores y Usuarios ha descubierto la presencia de microplásticos en el 69% de ellos.

Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos. Ayúdanos a evitar que mil millones de objetos de plástico de un solo uso lleguen al mar para finales de 2020. Elige al planeta. Comprométete en www.planetaoplastico.es.

Una estimación de entre 5 y 50 billones de fragmentos de plástico infesta ya nuestros océanos, lo que supone más de 260.000 toneladas de este residuo flotando en el mar. Así lo alertan las cifras del estudio Un Mediterráneo lleno de plásticos de Greenpeace, que no incluyen los residuos que se acumulan en el fondo marino o en las playas. Las imágenes de mares de plástico que nos asaltan a diario son solo la punta del iceberg: el 70% se acumula en el fondo marino y tan sólo el 15% se encuentra en la superficie, donde flotan ya cinco gigantescas islas de plástico en el Pacífico, el Atlántico y el Índico.

A raíz de esta plaga, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha analizado 102 alimentos de origen marino, entre los que incluye cretáceos, moluscos y sal, y ha descubierto la presencia de microplásticos en el 69% de ellos. A pesar de que los moluscos, como mejillones, almejas o chirlas, son sometidos a una limpieza cuando se destinan a consumo humano, un 71% de las muestras analizadas estaban contaminadas.

También el 66% de la sal estudiada contenía microplásticos, sin existir diferencias derivadas de su procedencia, de la forma de procesarlos o de envasarlos, según informan desde la Organización en un comunicado al respecto. La única diferencia significativa se ha apreciado sobre la llamada “flor de sal”, que sí presentaba una mayor cantidad de plásticos, por su estructura escamosa – que acumula mayor cantidad de plásticos – y por cristalizar en la superficie del agua.

Así mismo, el 66% de los crustáceos ha obtenido el mismo resultado en el análisis, y aunque no había grandes diferencias entre langostas, gambas o langostinos, sí se observó una disminución de los microplásticos en aquellos alimentos que se comercializan pelados, ya que al no disponer de la cabeza o el tracto digestivo, gran parte de los microplásticos desaparece. Este dato se vuelve especialmente importante en aquellos alimentos de los que se come también la parte blanda, como el estómago, que presenta mayor acumulación de este material.

La plaga de plásticos en el mar es un grave problema que arrasa y contamina los ecosistemas, mata la flora y la fauna e impacta de forma directa sobre actividades como la pesca o el turismo. “La contaminación de los mares amenaza con convertirse en un problema de salud pública, especialmente por la presencia de microplásticos y nanoplásticos en los alimentos”, alertan desde la OCU. “De hecho, a pesar de no conocer bien los posibles efectos en la salud humana, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), ya lo considera un riesgo emergente”.

Además de los moluscos y crustáceos, casi 1 de cada 6 peces de alto valor comercial de las costas españolas contiene plásticos en su estómago, según alertaba el Instituto Español de Oceanografía hace dos años. Más de 212 peces fueron analizados, incluyendo 72 pintarrojas, 12 merluzas y 128 salmonetes de fango. “Las especies marinas ingieren los microplásticos de distintas formas: los mejillones y las ostras al alimentarse por filtración; los cangrejos los inspiran a través de las branquias e ingieren a través de la boca; al igual que los peces”, explica Greenpeace en su estudio Plásticos en el pescado y el marisco.

«En España, se venden 50 millones de envases de bebidas cada día, de los cuales 30 millones no se reciclan, o bien van al vertedero, o se queman o van directamente al medio ambiente», afirma Julio Barea, responsable de campañas de Greenpeace.

Algunas comunidades autónomas españolas tratan de legislar ya medidas como la prohibición de las pajitas de plásticos, como la Comunidad Foral de Navarra, que acaba de plantearlo, o las Islas Baleares, pero a menudo se encuentran con problemas para llevarlo a cabo por parte de algunos comercios y empresas. «Los que están bloqueando las soluciones y las alternativas que se están dando para intentar luchar contra esto son precisamente quienes se están lucrando del plástico», afirma Julio Barea. 

El océano es el destino más sensible al impacto de esta epidemia de plástico: según cifras de Greenpeace, 8 millones de toneladas de basura llegan al año a mares y océanos. Se han convertido en vertederos plásticos. La solución pasa ineludiblemente por la concienciación, sumada a un esfuerzo legislativo global y transversal. 

«Lo que hay que hacer es frenar el flujo del plástico, dejando de consumir de forma masiva los productos o envoltorios de un solo uso. Es algo crucial y urgente, algunos expertos indican que en pocos años habrá más plásticos que seres vivos en el océano. La situación se ha vuelto crítica en pocos años, no se libra ningún océano, ningún río, ningún lago de ninguna parte del mundo», afirma Julio Barea.  Estos trabajos marcan la hoja de ruta para futuros seguimientos de contaminación por plásticos, una grave amenaza que arruina el equilibrio de los ecosistemas e intoxica la cadena alimentaria, poniendo en serio peligro el planeta del que respiramos.

Fuente: https://www.nationalgeographic.es/photography/2024/10/fotos-premiadas-wildlife-photographer-of-the-year

 

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