Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos. Ayúdanos a evitar que mil millones de objetos de plástico de un solo uso lleguen al mar para finales de 2020. Elige al planeta. Comprométete en www.planetaoplastico.es.
Hoy en día, un mundo sin plástico parece inimaginable. Este material se ha colado sigilosamente en nuestro día a día y ha impregnado todo a nuestro alrededor, convirtiéndose casi en un imprescindible en nuestra rutina. Pero lejos de ser indispensable, lo cierto es que el uso de este material se popularizó hace escasas décadas, en 1950, pero el aumento de su producción ha sido tal, que en los últimos diez años se ha producido más plástico que en toda la historia de la humanidad. Según Greenpeace, en 2020 superaremos los 500 millones de toneladas anuales, lo que supone un 900% más que en 1980.
Si continuamos analizando las cifras de la insostenibilidad desde su descubrimiento, hallamos más de 8 mil millones de toneladas de plástico fabricado a nivel global. De ellas, 8 millones de toneladas terminan arrojadas al océano cada año, tardando una media de 500 años en descomponerse. A pesar de que algunos tipos de plástico son más seguros que otros, lo más recomendable para el medio ambiente y para nuestra salud es reducir el uso de este material y sustituirlo por alternativas reutilizables libres de plástico.
Pero su invasión no es casual; viene dada por la practicidad de sus aplicaciones y características. Es un material fácil de trabajar, barato, ligero, aislante y muy resistente. Lejos de ser un material homogéneo, el término plástico se refiere en realidad a un estado de un material maleable. Derivado de ‘plasticidad’, denominamos plástico a una gran variedad de materiales de compuestos orgánicos, sintéticos o semisintéticos maleables que pueden ser convertidos en material sólido. Por ello, existe una amplia variedad de tipos de plástico atendiendo a sus propiedades y su composición.
¿Qué tipos de plástico utilizamos?
¿Te has fijado alguna vez en el número que aparece incrustado en tu botella de agua o tu tupper de plástico? Este código internacional es una sencilla forma de clasificar los tipos de plástico, y debe ser tenido en cuenta para utilizar correctamente de cada uno de ellos. Además del número, en muchas ocasiones también aparecen las siglas PET, PEAD/HDPE, PVC, PEBD/LDPE, PP o PS. Designado de forma aleatoria para conocer tu proceso de reciclaje, esta marca nos aporta también mucha información sobre el objeto que estamos utilizando, según su composición y reacción a agentes externos como el calor.
Fotografía de Wikimédia Commons
Tereftalato de Polietileno (PET)
Conocido por sus siglas en inglés, el tipo de plástico PET es el más común en botellas de plástico y envases dirigidos a la alimentación. Este poliéster es utilizado en envases de comida y bebida debido a su resistencia física y química, pero también se encuentra en ropa y otro tipo de objetos.
Su invención se remonta a 1941, cuando los científicos Whinfield y Dickinson lo patentaron para la fabricación de fibras, cuando en plena guerra buscaban un material que sustituyese al algodón. A pesar de sus diversas aplicaciones, no fue hasta 1976 cuando se abrió camino en el mercado masivo de envases.
Precisamente por su alta resistencia, el PET es un material considerado no biodegradable, aunque sí puede ser reciclado mediante un proceso mecánico, o bien químico, que modifica su estructura molecular para su reutilización o la obtención de combustibles. El reciclaje de este material es muy importante en la lucha contra el cambio climático, ya que es uno de los elementos más utilizados en todo el mundo, pero a día de hoy sigue siendo un porcentaje muy bajo respecto a la producción. Este plástico es seguro para un solo uso y nunca debe ser calentado.
Fotografía de Pexels
Polietileno de Alta Densidad (HDPE o PEAD)
Este termoplástico, designado por sus siglas en inglés (HDPE) o en español (PEAD), es utilizado sobre todo para envases de productos químicos o alimentos, tuberías, bolsas de plástico, platos y vasos desechables, artículos protectores como cascos, juguetes o prótesis. Su menos uso para alimentos se debe a que no debe someterse a una temperatura mayor de 60º. Este tipo de plástico es uno de los que se consideran más seguros por no permitir filtrado y puede reutilizarse.
Fotografía de Pixabay
Cloruro de Polivinilo (PVC)
Muy conocido como PVC, este termoplástico se ha ganado su fama por sus aplicaciones en el mundo de la industria, ya que es el plástico más versátil. Puede ser rígido o flexible, y se presenta también en manteles, juguetes y medicamentos, así como envases de carne y otros alimentos, aunque debido a la controversia generada a raíz de que varios colectivos alertasen sobre la seguridad cuestionable de utilizarlo en alimentos, su uso para estas prácticas está decayendo por prevención a pesar de que la industria del PVC lo niega.
Ya sea en su estado rígido, a modo de ventanas o tuberías, o flexible, en cables, juguetes o calzados, este material es reciclable a través de varios métodos.
Fotografía de Wikimédia Commons
Polietileno de baja densidad
Al igual que el anterior, se designa LDPE por sus siglas en inglés, o PEBD, y se utiliza para fabricar herramientas, tuberías, objetos de menaje, bolsas de plástico, film para invernaderos, pañales o juguetes, gracias a su alta resistencia al impacto. Es seguro reutilizar este tipo de plástico, aunque por la dificultad de su proceso de reciclaje, su uso alimentario o en productos desechables es más bajo.
Fotografía de Pexels
Polipropileno
Conocido por sus siglas PP, este termoplástico se obtiene de la polimerización del propileno y tiene una gran resistencia a diversos solventes químicos. Se utiliza en una gran variedad de aplicaciones, como alimentos, tejidos, equipo de laboratorio o componentes automotrices. En los últimos años, el polipropileno ha sido uno de los plásticos con mayor crecimiento, y la previsión es que su consumo continúe creciendo.
Fotografía de Pexels
Poliestireno
Esta resina sintética, llamada también Styrofoam, se utiliza principalmente en la fabricación de lentes plásticas y aislantes térmicos y eléctricos. Dentro de este material, podemos encontrar diversos subtipos, dependiendo de la fabricación. Desde el poliestireno de cristal hasta la espuma blanca de burbujas, su uso en la industria es muy variado debido a su resistencia, su bajo peso y capacidad como aislante, aunque no puede ser sometido a temperaturas mayores a los 100ºC.
Se utiliza también para fabricar vasos, platos, cubiertos, recipientes desechables, bandejas de carne y fruta.
Otros
En la última categoría se engloban el resto de tipos de plásticos de menor uso, aunque la gran mayoría de ellos no son recomendables para uso alimentario, e incluso algunos de ellos han sido marcados como no recomendables por su posible toxicidad (como por ejemplo, el Bisfenol A). Otros de los plásticos incluidos en este grupo son combinaciones de los tipos anteriores. El plástico de teléfonos móviles, artículos médicos o algunos juguetes se incluyen en esta ambigua clasificación.
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