Una de las principales dificultades de usar plástico reciclado para envases de alimentos es garantizar que no llegan contaminantes al producto final y que es seguro
El plástico es uno de los materiales más comunes en todo el mundo en la fabricación de envases para alimentos. Estos puede estar fabricados solo de plástico o formados por una capa de plástico sobre otro material como metal o papel. También hay otra opción: el empleo plástico reciclado, que puede usarse, bajo ciertas condiciones, en contacto con alimentos, tal como admite la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que es la que se encarga de evaluar la seguridad de este tipo de material en la Unión Europea.
Dar salida al plástico
Si bien el plástico ha aportado numerosos beneficios en la sociedad moderna por su amplia gama de aplicaciones útiles, también se ha convertido en un dolor de cabeza por sus efectos nocivos en el medio ambiente en general [leer Diez preguntas sobre los microplásticos que conviene aclarar]. Por lo tanto, reciclar y reutilizar productos plásticos no solo debería ser, a estas alturas, una obligación, sino una responsabilidad de todos.
En este sentido, en enero de 2018, la Comisión Europea planteaba una estrategia europea para el plástico en una economía circular. Si bien reconoce que el plástico es un material importante, omnipresente en nuestra vida cotidiana con numerosas funciones, admite que con frecuencia se produce, usa y desecha en enormes cantidades, y esto no beneficia al medio ambiente.
De ahí la idea de dar un enfoque más «circular» a este material para evitar el desperdicio de millones de toneladas en el mar. Por tanto, la estrategia insta a las empresas a aumentar la presencia de materiales reciclados en sus procesos de producción. El objetivo es que, para el año 2025, lleguen diez millones de toneladas de plásticos reciclados a nuevos productos en el mercado europeo.
La complejidad de reciclar el plástico
Sin embargo, hay cierto recelo por parte de marcas comerciales y fabricantes de productos sobre el uso de plástico reciclado, que temen no poder cumplir con las normas de calidad. Una de las principales dificultades está en cómo se recicla el plástico: si se mezclan los envases para alimentos con plásticos que se han destinado a otros usos, ¿puede esto contaminar el plástico reciclado? Por ejemplo, si el envase original se ha usado para detergentes o productos de higiene, este tipo de plástico podría no ser apto para reutilizar como material en contacto con alimentos.
En una investigación suiza sobre Productos químicos asociados al envase de plástico, se han identificado en este material (no reciclado) hasta 906 sustancias distintas, de las que 63 son peligrosas para la salud; 68 lo son para el medio ambiente; 7 se incluyen en la lista de la UE como muy persistentes, bioacumulables y tóxicas; 15 son productos químicos disruptores endocrinos.
En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) admite que las principales preocupaciones de seguridad con el uso de materiales plásticos reciclados para alimentos son:
El riesgo de que los contaminantes del material original lleguen al plástico reciclado.
El riesgo de que el material reciclado no cumpla con las regulaciones que deben seguir los materiales en contacto con alimentos.
La FDA evalúa, como la EFSA, cada uso propuesto para el plástico reciclado, caso por caso, y emite consejos. En el documento Orientación para la industria: uso de plásticos reciclados en envases de alimentos: consideraciones químicas, la FDA ofrece a los fabricantes pautas para evaluar los procesos para que el envase final sea seguro.
En la Unión Europea, el plástico reciclado debe cumplir con la regulación de productos químicos REACH, según la cual este no puede contener sustancias sujetas a aprobación o clasificadas como muy preocupantes. Si, además, el plástico está destinado al contacto con alimentos, el proceso de reciclaje debe ser aprobado por la Comisión Europea tras una evaluación de la EFSA, que debe garantizar que se han eliminado los contaminantes.
La normativa europea también requiere que los materiales que entran en contacto con los alimentos cumplan tres condiciones:
1.- no transfieran componentes a los alimentos que podrían poner en riesgo la salud pública
2.- no provoquen cambios inaceptables en la composición de los alimentos
3.- no deterioren las características organolépticas de los alimentos
En la Unión Europea, el Reglamento (CE) 282/2008 permite el uso de material reciclado en contacto con alimentos bajo unas estrictas exigencias. Solo pueden comercializarse los materiales que contienen plástico reciclado que se obtiene de un proceso de reciclaje autorizado, y sobre el que después la EFSA emita un dictamen favorable.
Si la evaluación es positiva, la Comisión Europea incluye el proceso de reciclado en un registro comunitario y los materiales plásticos reciclados deben ir acompañados de una declaración de conformidad, informa la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN). El proceso de reciclaje debe eliminar la contaminación o reducirla a niveles que no representen un riesgo para la salud humana.
Para reciclar plástico PET (uno de los más fáciles de reciclar) destinado a la fabricación de nuevos envases para alimentos y bebidas, solo puede usarse plástico de uso alimentario. Uno de los problemas es que la cantidad de PET de uso alimentario de buena calidad es limitada, lo que hace que sea un producto más caro que el PET nuevo.
En 2011, la EFSA publicaba una opinión en la que exponía cómo se desarrollan los criterios en el proceso de evaluación de los plásticos reciclados. Una de las partes más importantes es comparar la concentración residual de contaminantes en el tereftalato de polietileno (PET) reciclado. Entonces, los expertos establecieron que, si durante el proceso de reciclado, se puede reducir la contaminación inicial de 3 mg/kg de PET, la exposición potencial a través de la dieta para las sustancias contenidas en este tipo de plástico no puede ser mayor de 0,0025 microgramos/kilo de peso corporal/día.
La migración, por tanto, estaría por debajo de los 0,1 microgramos/kilo y el proceso de reciclado se consideraría seguro.
Tipos de plástico y su reciclaje
Los plásticos se clasifican a través de un número que aparece en el interior de un triángulo. La Sociedad de la Industria de Plásticos (SPI) aprobó en 1988 un Código de Identificación de Plástico que incluye siete tipos:
PET o tereftalato de polietileno. Es uno de los tipos de plástico más fáciles de reciclar. Se usa sobre todo en botellas de bebidas, zumos, aceites, etc.
HDPE o polietileno de alta densidad. Se usa sobre todo para botellas de leche o garrafas porque es un plástico más rígido y resistente.
PVC o polivinilo. Si bien se usa en ciertos envoltorios para alimentos, se destina básicamente a otros productos como juguetes, mangueras, etc.
LDPE o polietileno de baja densidad. Se usa en la mayoría de los casos en bolsas y botellas de agua.
PP o polipropileno. Lo encontramos sobre todo en yogures y pajitas.
PS o poliestireno. Es uno de los más contaminantes, usado en envases para comida rápida.
Otros plásticos. Esta categoría incluye el policarbonato y los nuevos bioplásticos hechos a partir de vegetales.
Algunos de estos tipos de plástico podrían tener los días contados. El Parlamento Europeo ha aprobado durante este año 2019 un acuerdo por el que insta a eliminar, en 2021, plásticos de un solo uso (cucharas, tenedores o cuchillos, platos), pajitas, bastoncillos para los oídos, tazas de poliestireno (corcho blanco) y plásticos oxodegradables (no son biodegradables).
El objetivo de la medida parlamentaria es que se recupere el 90% de las botellas de plástico en 2029, que en 2025 el 25% del plástico de las botellas sea reciclado y el 30% en 2030 [Para saber más leer ¿Cuántas veces se puede rellenar una botella de plástico de agua antes de tirarla?]. Esta medida responde a la necesidad de actuar frente a una de las principales amenazas de los océanos: según la Comisión Europea, más del 80% de basura que se encuentra en el mar es plástico, lo ingieren animales marinos (peces y mariscos), y acaban llegando a nuestros platos.
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